La Quinta sinfonía fue completada durante uno de los momentos más felices de la vida de Mahler. Representó una dirección completamente nueva en su producción, o como él diría, "sería el germen de un nuevo estilo". Ese nuevo estilo se centraba en una virtuosa técnica orquestal, en el abandono de "programas" específicos para articular las obras y en un fuerte énfasis en la escritura contrapuntística. Es la primera de la trilogía central de las sinfonías mahlerianas que abandonan el uso de voces y textos poéticos, una parte importante de las anteriores tres.

Sin embargo, esta sinfonía –dada la progresión de estados de ánimo, el uso de una marcha fúnebre y la asociación específica en el cuarto movimiento de su amor por Alma Schindler– claramente posee un programa interno, aunque Mahler no lo haya dicho abiertamente. El aspecto más revelador de este "programa" puede verse en el arreglo de los cinco movimientos en tres partes, en el transcurso de las cuales la música se mueve desde las emociones negativas hacia las positivas. En los dos movimientos de la parte I imperan la tragedia y el enojo. El tercer movimiento, un scherzo central que constituye en sí mismo la parte II, contiene momentos de júbilo y ansiedad. El scherzo representa una "transición" del espectro emocional negativo al positivo. Finalmente, la parte III, que comprende los últimos dos movimientos, se basa en los sentimientos de amor y júbilo, lo que completa el tránsito de un extremo al otro. En cierto modo, esta progresión emocional es similar a la Segunda sinfonía, excepto por el hecho de que aquí no hay voces y que el movimiento final es jubiloso desde el principio; nada semejante a la apertura apocalíptica del final de la Segunda.

En el primer movimiento, una llamada de trompeta abre la marcha fúnebre. La música es tan intensa y aterradora como cualquier otro ejemplo en Mahler. La marcha se compone de dos elementos: (1) las fanfarrias de trompeta con sus rápidos tresillos y (2) la melodía suave y elegíaca de los violines y violonchelos. Cada elemento se presenta dos veces, y luego un epílogo casi nostálgico en tonalidad mayor trae el final de la primera sección. Llegado el fin de la marcha, vuelve el motivo de trompeta, introduciendo el primero de dos tríos. Luego de esta sección binaria, el reprise de la marcha funciona como una coda, pero ahora aparece con pocas energías y simplemente se disipa. La figura final de fanfarria es interpretada por la flauta hasta que un ruidoso do sostenido en las series de pizzicato nos conduce al final del movimiento.

El masivo y complejo segundo movimiento es en muchos sentidos el movimiento principal de la obra (aunque no es el más largo). El movimiento es una forma sonata grande y clara, pero Mahler añade otra capa encima de la estructura de la sonata: a medio camino del desarrollo, una acumulación gradual aparece a través del resto del desarrollo y de la recapitulación, culminando en un tremendo coral en re mayor. Aunque el movimiento incluye una pasión vehemente, así como la desesperación más tenue, aparte del coral, las emociones predominantes son todas negativas. Este coral parece totalmente fuera de lugar si no se considera el contexto de la sinfonía completa.