En 1943, mientras dictaba una serie de conferencias sobre música folklórica en la Universidad de Harvard, la frágil salud de Béla Bartók dio un giro drástico que requirió de una gran cantidad de exámenes médicos. Cuando estos fueron inconclusos, “la gente de Harvard me persuadió para llevar a cabo otros exámenes, esta vez liderados por un medico muy apreciado que ellos pagaron. Esto tuvo un cierto resultado, ya que los rayos x mostraron problemas en los pulmones que daban indicios de tuberculosis y declararon con alegría: ‘finalmente conocemos la causa real’ (yo estaba menos alegre al escuchar la noticia).”

Luego de que Bartók regresó a su casa en Nueva York, la Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores “de alguna manera se interesaron en mi caso,” continua, “y decidieron curarme por su cuenta… Mandaron doctores y me hicieron estudios que mostraron un menor grado de daño en los pulmones… quizá no tuberculosis!, pero seguía sin saber la causa real de mi enfermedad.”

Mientras estaba en el hospital, Bartók fue visitado por Serge Koussevitzky, director de la Sinfónica de Boston, quien por recomendación de dos compañeros expatriados de Bartók, el violinista Joseph Szigeti y el director Fritz Reiner, le comisionó una obra en memoria de su esposa Natalie. Bartók aceptó y produjo el Concierto para orquesta, su última obra terminada, salvo por la Sonata para violin solo de 1944.

Poco después del encuentro con Koussevitzky, la leucemia fue diagnosticada, dos años antes de su muerte. Desde el diagnóstico, Bartók se retiró de la vida pública y reunió fuerzas solo para la composición del concierto.

La obra fue escrita en solo dos meses en el Resort-Sanatorio del Lago Saranac, al norte de Nueva York, y fue concluida el 8 de Octubre de 1943. El estreno fue ejecutado por la Sinfónica de Boston y Koussevitzky con un enorme éxito entre la audiencia y los críticos, el 1 de Diciembre de 1944.