La vida de Dimitri Shostakovich fue, cuando menos, problemática, por caer de la gracia de las autoridades comunistas con recurrencia. Su primera sinfonía (1924-1925) lo catapultó desde muy joven como un prometedor compositor, pero los políticos soviéticos eran difíciles de complacer. En 1930, su ópera satírica La naríz fue denunciada por una poderosa asociación rusa de músicos proletarios por su “decadencia burguesa”. En 1936, Stalin vio y condenó su ópera Lady Macbeth de Mtsensk y lo mandó al olvido por unos meses, hasta que el compositor contritamente ofreció su Sinfonía no. 5 (1937) como redención. En 1945, su Sinfonía no. 9 le pareció a los burócratas insuficiente para reflejar la gloria de la victoria soviética contra los nazis. Estos fueron puntos bajos, seguramente, aunque estaban separados por periodos de cuasi-adulación, en donde el compositor recibió prominentes premios nacionales. Sin embargo, Shostakovich permaneció comprensiblemente cauteloso de su gobierno, y fue hasta después de 1960, cuando la Unión Soviética perdió un poco de dominio sobre sus artistas, que se sintió con la suficiente confianza para arriesgar y producir la serie de obras mordaces y puntiagudas, ricas en autobiografía musical, que caracterizaron sus últimos años de actividad creativa.

Los compositores eran enlistados por el régimen soviético para producir música de propaganda, y durante la Segunda Guerra Mundial Shostakovich produjo dos, quizá tres “sinfonías de guerra” que se relacionaban directamente con la experiencia de los ciudadanos soviéticos. Luego de triunfo de la Sinfonía Leningrado en 1942. Shostakovich produjo su Sinfonía no. 8, en 1943, sugiriendo que era la segunda parte de una “trilogía de guerra.” Sin embargo, fue tildada de ser demasiado pesimista y de no reflejar la arenga de Stalin en ese año, de que la victoria estaba cerca.

Shostakovich intentó persuadir a la audiencia de lo contrario; en un artículo de periódico describió la pieza como una obra optimista y pro-vida, cuya concepción filosófica puede ser resumida en tres palabras: la vida es maravillosa. “Toda esa oscuridad y maldad se disipará y la belleza triunfará.”