Este es el primer ciclo de pequeñas obras maestras que comprende la producción madura para piano de Johannes Brahms. Se desconoce la razón para que dejara de crear obras para piano de gran escala, luego de las Variaciones sobre un tema de Paganini op. 35. Sin embargo, el tamaño de las obras posteriores no disminuye de forma alguna su complejidad o valor musical. Todas ellas están imbuidas en una técnica completamente madura en Brahms, conocida como “variación en desarrollo” en la que el tejido musical en su conjunto surge desde motivos germinales, con frecuencia un único motivo para una obra entera. Los intensos y estrictos principios estructurales, sin embargo, no desvían de forma alguna la calidez emocional y el color romántico de estas piezas. Por el contrario, Brahms se sirve de esta técnica para realzar y destilar el poder emocional de la música, de modo que otorga a estas pequeñas obras un peso y sofisticación tales que evita que pensemos en su escala.

1. El Capriccio en fa sostenido menor es incansable y apasionado, alterna barridos de arpegios con interludios líricos.

2. Juguetón es el mejor adjetivo para el Capriccio en si menor. Brahms, en su estilo más gitano, articula un tema que alcanza una serie de transformaciones figurativas.

3. El Intermezzo en la bemol mayor consiste de apenas dos ideas, tocadas en secuencia dos veces. La primera se integra de acordes legato sincopados contra un gentil acompañamiento en staccato, y la segunda una lírica melodía ascendente.

4. Un ambiente de oscuro lirismo prevalece en el Intermezzo en si bemol mayor. La figuración relajada y el canto melódico contrastan con la armonía cromática e inquieta.

5. Como centro emocional del ciclo, el Capriccio en do sostenido menor es también la obra más larga. Lleno de ritmos complejos y pasaje arrebatados, la pieza es apasionada y poderosa.