Paulo I fue Zar de Rusia de 1796 hasta 1801. Creció convencido que su madre, Catarina la Grande, había planeado el asesinato de su padre el Zar Pedro III, que fue descrito como “físicamente menos que un hombre y mentalmente un poco más que un niño”, aunque ese punto en la historia de Paulo no era ni de cerca la única causa de su pronunciada inestabilidad. Paulo, un déspota excesivo, compartía con su patético padre el gusto por el militarismo en el modelo prusiano. Su breve tiempo en el trono terminó cuando algunos de sus mismos oficiales asaltaron el palacio y lo mataron, pero duró lo suficiente para causar una tremenda miseria y un cuerpo considerable de literatura satírica clandestina y semi-clandestina. Este es el mundo descrito por Yuri Tynyanov en Teniente Kijé, la historia de una enloquecida burocracia militar. Con el resbalar azaroso de una pluma un empleado introduce a un tal Kijé en el sistema, una vez que aparece en los libros, nadie se atreve o incluso sabe como sacarlo de ahí. Y ocurre que el inexistente Kijé recibe el rango de teniente, se casa, y se jubila (por lo que recibe beneficios económicos).

En 1932, Prokofiev fue invitado a escribir para una versión fílmica de esta historia dirigida por A.V. Feinzimmer. El compositor dejó Rusia en 1918, seis meses después de la ascensión al poder de Lenin. Primero vivió en los Estados Unidos y luego en París. Los rusos deseaban a Prokofiev de regreso. El cortejo fue hábil, lento y exitoso. Prokofiev fue cuidadoso y se tomo tiempo para decidir sobre el asunto y no fue hasta 1932 que hubo acercamientos serios y apertura de ambas partes. Finalmente, en 1936, Prokofiev cambió su residencia a la Unión Soviética. La oportunidad de trabajar en la música para esta película fue parte significativa de la carnada. A Prokofiev le fascinaba el cine y lo consideraba el arte esencial del siglo XX . Su participación en Alexander Nevsky (1938) e Iván El Terrible (1942-45) de Einsenstein son magnificas aportaciones en la historia del cine.

Prokofiev escribió la partitura de la película en París , pero la Suite de concierto, cuya preparación implicó una reorganización considerable y una nueva orquestación, fue la primera obra grande que escribió a su regreso a la URSS. La crítica de la película es vaga y contradictoria, pero la suite sobrevivió y se ha convertido en una de sus piezas más populares junto con la Sinfónía Clásica y Pedro y el Lobo.