Las seis sinfonías de Tchaikovsky se pueden separar en dos grupos, las que escuchamos con frecuencia y las que no. La poca popularidad del primer grupo de tres se puede atribuir (con el debido respeto a su calidad innegable) a la lectura que las audiencias modernas hacen de esta música. Se cree que Tchaikovsky tenía una psique inestable por los conflictos relacionados con su sexualidad y las sinfonías 4a, 5a y 6a rara vez escapan de las interpretaciones que se centran en su presunta neurosis. La Tercera, escrita por Tchaikovsky en 1875 justo antes de comenzar El lago de los cisnes, es la última de las sinfonías sin complicaciones emocionales. Comenzó a componerla mientras veraneaba en la propiedad de su amigo Vladimir Shilovsky en Usovo y la completó dos meses después. Después del estreno Tchaikovsky le dijo a Rimsky-Korsakov que la nueva sinfonía no contenía "ideas particularmente exitosas", sino que era un "paso adelante [en la artesanía de su técnica sinfónica]".