Conocida así popularmente, el nombre oficial de la obra es algo más extenso: "El año 1812, Obertura solemne para conmemorar la consagración de la catedral de Cristo el Salvador". Compuesta en 1880, se trata de una composición solicitada por Nicolás Rubinstein, encargado de organizar la música que acompañaría la Gran Exposición de Moscú, a celebrarse en 1882. La catedral había sido erigida en conmemoración del triunfo ruso de 1812 sobre las tropas francesas y no se inauguró sino hasta 1883.

A pesar de ser hoy uno de las obras más interpretadas y reconocidas de Tchaikovski, el maestro no se reconocía en esta pieza y así se lo comentó a sus allegados "es muy ruidosa y no tiene mérito artístico porque la escribí sin calidez ni cariño." Sin embargo, su gran popularidad es innegable, debido precisamente al novedoso uso de artillería, cañones y campanas que acompañan un friso de diversos temas tomados del folklore ruso, a los que se suman el himno imperial ruso y La Marsellesa. La partitura exige un total de dieciséis disparos de cañón, y su final, apoteósico, añade a los cañones el vivo repique de campanas.

La pieza comienza con una melodía religiosa de la iglesia ortodoxa rusa, “Plegaria al Salvador,” que recuerda cómo la declaración de guerra contra Francia fue notificada al pueblo en los servicios religiosos de toda Rusia. Es inmediatamente seguida por un cántico solemne de deseo de victoria. Continúa con una marcha presentada por las trompas, donde se oye cargar a los ejércitos. El himno nacional francés, La Marsellesa, sirve para denotar el carácter francés del ejército invasor y la victoria de Napoleón sobre los rusos. Un tema folklórico ruso conmemora la batalla donde los moscovitas vencen a Napoleón. La retirada de Moscú (a finales de 1812) está reflejada por un diminuendo en la música. El fuego de los cañones muestra el avance de los rusos casi hasta las fronteras del Imperio Francés. Al final del conflicto se oyen campanas y fuegos artificiales por la victoria y liberación de Rusia de la ocupación francesa.

Por debajo de los cañones y de las trompas se oye el himno nacional ruso, Dios salve al Zar, a modo de contrapunto del himno francés que se había escuchado anteriormente. Esta obertura muestra un anacronismo curioso, ya que ni La Marsellesa ni Dios salve al zar eran, en 1812, los himnos de Francia y Rusia respectivamente, sino que lo eran en el tiempo en que Tchaikovsky escribió la obra.

Fuente: labellezadeescuchar.com