Aunque las obras representativas de Rachmaninov (1873-1943) fueron compuestas en el siglo XX, este compositor siguió decididamente la tradición romántica del siglo 19. Su música mira hacia atrás; su estado de ánimo dominante es la añoranza. En un siglo como el veinte lleno de “ismos” y de pretensiones de vanguardia, Rachmaninov siguió escribiendo en su lenguaje natural, aprendido del grupo “occidental” de los compositores rusos encabezados por Tchaikovsky, y lo único que hizo fue poner en él ese tinte oscuro y elegiaco que es su característica inconfundible. Otro rasgo que la música de Rachmaninov comparte con Tchaikovsky es su perfección de factura. Pero la combinación de esas melodías tan emotivas y directas con las grandes formas sinfónicas no fue un proceso tan espontáneo como podría parecer. Ambos compositores también se caracterizaron por una dura autocrítica y una insatisfacción casi constante con sus propias obras. Rachmaninov compuso su Primer Concierto para piano cuando tenía dieciocho años, en la lista de sus obras ocupa el Opus 1. Veintiséis años más tarde, en 1917, el compositor lo sometió a una revisión drástica y esta nueva versión que queda entre el Concierto No. 3 y el No. 4, es la que se toca desde entonces. Por lo demás, el Concierto No. 1 comparte las cualidades que, a pesar de todas las modas, mantienen a la música de Rachmaninov en el repertorio: una melodiosidad que apela directamente al sentimiento unida a un despliegue de brillante virtuosismo que sigue siendo irresistible para los pianistas y el público.

Joaquín Gutiérrez Heras, Notas sobre notas, compilación y prólogo de Consuelo Carredano, México, Sello Bermejo, Conaculta, 1998.

Disfrute este fin de semana el Concierto para piano y orquesta no. 1 de Rachmaninov en la interpretación de Gustavo Romero al piano y la Orquesta Filarmonica de la UNAM. Para mayor información, consulte cartelera.