Dada la próxima ejecución del 2º concierto para violín y orquesta de Béla Bartók por la Orquesta Sinfónica de Minería con Augustin Hadelich como solista el próximo 15 y 16 de Agosto, en esta ocasión, música en casa le invita a conocer detalles de esta magnífica obra.

El marcado interés de Bartók en la variación como estrategia de composición encuentra su máxima expresión en el 2º concierto para violín y orquesta, obra completada en 1938. Bartók trabajaba en Música para cuerdas, percusión y celesta cuando su íntimo amigo, el violinista Zoltán Székely, le pidió un concierto. Bartók planeó inicialmente un tema y variaciones para el trabajo, pero Székely insinuó su preferencia por una obra en tres movimientos tradicionales. La respuesta de Bartók fue ingeniosa debido a que conservó su propio plan, unas variaciones, pero en el marco de una obra en tres movimientos. El movimiento intermedio, Andante tranquillo, sigue un esquema de tema y variaciones tradicional, mientras que el movimiento final es una variación a gran escala del primer movimiento. Székely estrenó el concierto en Amsterdam en 1939, con la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam dirigido por Willem Mengelberg. El estreno fue grabado en acetato de 78 rpm; grabación lanzada al público que, aunque la calidad de sonido puede calificarse de pobre, preserva el tempo y las preferencias de balance de Bartók.

Un magnifico ejemplo de la predilección de Bartók por utilizar elementos folclóricos sin el empleo de melodías populares reales es ilustrado por el rapsódico tema inicial del concierto, formado predominantemente por intervalos de cuartas, quintas y segundas, elementos característicos de la música húngara. El concierto inicia con acordes en el arpa acompañados de pizzicatos de la cuerda que sirven de plataforma para que el solista lance el tema de propiedades similares a un verbunko. Los verbunkos son típicamente música en dos secciones, una lenta, con el ritmo típico de puntillo, y otra rápida, con pasajes virtuosos de escalas. El segundo tema, risoluto marcato, es juguetón y altamente cromático. El tema principal vuelve varias veces como ritornello en el curso del movimiento, como si Bartók diera a este tiempo una forma palindrómica. Hacia el final hay una complicada cadencia que utiliza con insistencia cuerdas dobles y acordes.

Dada la importancia de la variación como técnica en la retórica musical de Bartók, es interesante señalar que, aparte de unas pocas piezas para piano, el segundo movimiento de este concierto es su único intento de gran formato con la forma de tema y variaciones. Con golpes suaves del timbal como acompañamiento, el solista da a luz el tema que se transforma en seis variaciones bien diferenciadas. Las frases de las cuerdas con unísono bruscos que anuncian el final del movimiento están relacionadas con el motivo de cinco notas escuchado al inicio de la obra. Ello es contestado por una caprichosa variante del tema de apertura en el violín solista.

En el tiempo final, los temas del primer movimiento han sido, en la manera característica de Bartók, elaborados y ampliados, pero su origen es siempre claro, entre otras cosas porque la estructura del tercer movimiento sigue de cerca la del Allegro non troppo. Particularmente interesante es una versión tipo vals del tema que se produce antes de la sección que conduce al clímax, en donde el motivo de cinco alturas se transforma en uno de cuatro con lo que termina la obra. El original final de Bartók, en donde el solista se queda en silencio durante el tutti final, fue rechazado por Székely, que quería un final de concierto más que de sinfonía. Bartók accedió a realizar un final alternativo, que es el utilizado generalmente. Sin embargo, en casi todas las ediciones de la partitura se añade el final original.

Fuente: Mark Satolla para allmusic.com