Concierto para piano y orquesta de George Gershwin

Imagínese usted una de esas inútiles cápsulas informativas de las que abundan en los inútiles textos sobre música que se consumen en nuestras escuelas de todo nivel

Por Música en México Última Modificación mayo 14, 2023

Yuja Wang, piano

Orquesta Sinfónica de Londres, dirige Michael Tilson Thomas

Imagínese usted una de esas inútiles cápsulas informativas de las que abundan en los inútiles textos sobre música que se consumen en nuestras escuelas de todo nivel:

George Gershwin: compositor estadunidense que supo fundir la espontaneidad de la música popular de su país con el lenguaje de la música seria. Sus obras contienen muchos elementos del jazz.

Mucho se ha dicho, en efecto, sobre el jazz y su posible interacción con la música de concierto. Y ya que la imaginaria cápsula se refiere a las citas, vale citar aquí algunas de las ideas que han circulado sobre este asunto. Por ejemplo, Anne Shaw Faulkner escribió allá por 1921 que el jazz es la expresión de protesta contra la ley y el orden, el elemento bolchevique del libertinaje que busca un modo de expresión en la música. Hacia 1958 el compositor ruso (ya que se mencionó el elemento bolchevique) Boris Gibalin afirmó que la jazzmanía se había convertido en una enfermedad crónica que debía ser curada por la fuerza pública. Por su parte, Henry van Dyke decía que el jazz es música inventada por demonios para tortura de los imbéciles. A pesar de estos textos, no todos aquellos que han escrito sobre el jazz lo han hecho en calidad de detractores. El llamado Rey de las Marchas, John Philip Sousa (1854-1933), afirmó que el jazz duraría mientras la gente siguiera escuchándolo con los pies y no con el cerebro. En una línea más analítica, Igor Stravinski (1882-1971) defendía la posición de que el jazz nada tenía que ver con la música compuesta, y que cuando buscaba ser influido por la música contemporánea, ni era jazz ni era bueno. (Para la posible polémica, se recomienda escuchar el sabroso Ragtime para once instrumentos de Stravinski, que es música compuesta, que tiene mucho de jazz, y que es una obra muy buena.) Después de estas citas, justo es ceder la palabra al propio Gershwin, cuya figura estará siempre en el centro de la controversia provocada por la posible retroalimentación entre la música de concierto y las formas más libres de la música popular. Escribió Gershwin:

Es difícil determinar qué valores estéticos duraderos ha contribuido el jazz, porque jazz es una palabra que se ha aplicado por lo menos a cinco o seis expresiones musicales distintas. En realidad, es un conglomerado de muchas cosas. Tiene un poco de ragtime, de blues, de lo clásico, de los spirituals. Básicamente es una cuestión de ritmo, y los intervalos vienen después del ritmo, intervalos musicales que le son peculiares a cada ritmo. Después de todo, nada nuevo hay en la música. Hace años yo afirmaba que hay muy poca diferencia entre la música de diversas naciones. Apenas existe ese pequeño toque individual. Un país puede preferir un ritmo específico o un intervalo determinado. Esto se enfatiza, y tal música llega a ser identificada con esa nación. En los Estados Unidos, ese ritmo preferido se llama jazz. El jazz es música, y emplea las mismas notas empleadas por Bach. Cuando se toca el jazz en otro país, suena falso porque el jazz es el resultado de la energía acumulada en los Estados Unidos. Es un tipo de música muy enérgica, ruidosa, escandalosa, hasta vulgar. Pero hay algo cierto: el jazz ha contribuido un valor duradero a los Estados Unidos en el sentido de que nos ha expresado. Es un logro americano original que perdurará, quizá no como jazz, pero que dejará su marca en la música del futuro, de una forma u otra. Los únicos tipos de música que perduran son los que poseen forma, en el sentido universal de la música popular. Todo lo demás muere. Pero sin duda, se han escrito canciones populares que contienen elementos duraderos del jazz. Pero es claro que esto es sólo un elemento y no la totalidad. Una composición escrita enteramente en jazz no podría sobrevivir.

Para entender un poco mejor a Gershwin y a su música hay que recordar que fue hijo de inmigrantes rusos de origen judío, y que habiendo nacido y crecido en el barrio neoyorquino de Brooklyn, su mundo musical estuvo formado por dos influencias principales: la expresión sonora de la cultura judía, con sus melodías y armonías características, y el sentimiento rítmico de la población negra de Nueva York. Estos dos elementos fueron integrados por Gershwin a la influencia de la música popular estadunidense de su tiempo (Irving Berlin, Jerome Kern) para producir el lenguaje musical gershwiniano que hoy es tan claramente identificable. Y para volver a la cuestión del jazz como forma libre y a la libertad musical en general, cabe citar este fragmento de una carta de Charles Hambitzer, maestro de piano del joven Gershwin:

Tengo un nuevo alumno que seguramente dejará huella en el mundo de la música. El chico es un genio, sin duda alguna. Está loco por la música y está ansioso por tomar cada una de sus clases. Le interesa meterse con estas cosas modernas, el jazz y todo eso, pero durante un tiempo no se lo voy a permitir. Me encargaré de que primero adquiera los fundamentos de la música tradicional.

Hay que mencionar a este respecto que el propio Gershwin no tenía nada en contra de un entrenamiento formal disciplinado. Esto es lo que decía sobre este tema:

Mucha gente dice que demasiado estudio mata la espontaneidad en la música, pero aunque el estudio pueda matar a un talento pequeño, debe servir para desarrollar a un talento grande. En otras palabras, si el estudio mata un don musical, ese don merecía morir.

Así pues, esta conciencia de la necesidad del estudio fue aplicada por Gershwin a su trabajo durante el proceso de integración de las influencias musicales ya mencionadas, a las que hay que añadir otros dos elementos con los que Gershwin creció. Por una parte, su certeza de la existencia del jazz como forma válida de expresión musical y, por la otra, el desprecio que las clases “educadas” sentían por esta forma. El Concierto en fa para piano y orquesta de Gershwin fue escrito por encargo de la Sociedad Filarmónica de Nueva York y de Walter Damrosch. El estreno se realizó en el año de 1925 con Gershwin al piano y Damrosch dirigiendo. No deja de ser un buen indicio de lo que la posteridad ha reservado a Gershwin, el hecho de que este Concierto en fa, obra de contornos formales más clásicos y académicos, sea hoy menos popular que su Rapsodia en blue, más libre y más cercana al verdadero lenguaje del jazz.

Fuente: Juan Arturo Brennan para la OFCM

El Concierto para piano y orquesta en fa  de George Gershwin será ejecutado por John Novacec y la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, dirigidos por Scott Yoo este 18 y 19 de noviembre en la Sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollín Yoliztli. Para mayor información, consulte cartelera.

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