El amor lejano en el MET

Por José Antonio Palafox Estamos en la Europa del siglo XII. Con el objetivo de arrebatar Tierra Santa a los musulmanes, el papa Eugenio III […]

Por Jose Antonio Palafox Última Modificación noviembre 27, 2016

Por José Antonio Palafox

Estamos en la Europa del siglo XII. Con el objetivo de arrebatar Tierra Santa a los musulmanes, el papa Eugenio III ha organizado la Segunda Cruzada (1144-1148). Varios reyes europeos se han puesto bajo sus órdenes, entre los que destaca Luis VII, rey de Francia y esposo de Leonor de Aquitania. Entre los caballeros aquitanos que se aprestan a partir hacia Oriente Medio se encuentra el príncipe Jaufré Rudel, señor de Blaye. Jaufré no solo era reconocido y apreciado por su valentía, sino por ser el autor de enigmáticos poemas y canciones (de los que sobreviven seis u ocho, escritos en idioma occitano) en los que hace referencia al amour de loin, o amor lejano, que no es sino el amor sin esperanza por la distancia (ya sea física o emocional) que separa a los amantes. Y es aquí donde la realidad cede el paso al mito: cuenta la leyenda que el príncipe Jaufré componía estos poemas para una mujer perfecta que era producto de su imaginación. Pero un día llegó a su palacio un peregrino proveniente de Oriente Medio, quien le aseguró haber conocido a esa mujer: la condesa Hodierna de Trípoli. Desde ese momento, Jaufré solo vivió para pensar en ella. Poco tiempo después, el peregrino regresó a Libia, y ahí reveló a Hodierna que en Aquitania había un príncipe que componía los versos más sublimes pensando en ella y llamándola su “amor lejano”. Intrigada por el honor que le rendía un perfecto extraño, la condesa también empezó a pensar solo en Jaufré, llegando a enamorarse de él sin siquiera conocerlo. Así las cosas, cuando Luis VII decide apoyar al papa en la Segunda Cruzada, Jaufré encuentra la oportunidad tan esperada para viajar a Trípoli y poder conocer por fin a su amada. Pero tanto las penurias de la travesía como el miedo al encuentro con el amor ideal hicieron mella en la salud del príncipe, quien desembarcó en Palestina gravemente enfermo. Haciendo un esfuerzo sobrehumano, Jaufré consiguió llegar a Trípoli y acercarse a las puertas del palacio de la condesa Hodierna para pedir una entrevista con ella. Sin embargo, ante su aspecto sucio y enfermo, los guardias no dudaron en impedirle la entrada. Una y otra vez el príncipe trovador intentó, sin éxito, encontrarse con su amor ideal, y una y otra vez este encuentro le fue negado hasta que un día la condesa, intrigada por ese pordiosero moribundo que a pesar de los maltratos y humillaciones no se marchaba de su puerta, se acercó para saber qué pasaba. Y fue entonces que, sin haberse visto nunca, los dos enamorados lejanos se reconocieron y Jaufré pudo morir entre los brazos de Hodierna.

Esta poderosa historia de amor imposible ha sido convertida en ópera en dos ocasiones: la primera en 1906, compuesta por el mexicano Ricardo Castro y titulada La leyenda de Rudel; la segunda en el 2000, compuesta por la finlandesa Kaija Saariaho y titulada L’amour de loin (El amor lejano).

Jaufré Rudel: Imlaya / La Compagnie Médiévale, dirige Hervé Berteaux

Kaija Saariaho: L’amour de loin (fragmento) / Monica Groop (Peregrino), Dawn Upshaw (Clémence) y la Finnish National Opera, dirige Esa-Pekka Salonen

Jose Antonio Palafox
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