Cuarteto de cuerdas no. 1 en mi menor “De mi vida” de Bedřich Smetana

Programa, programa, programa Cuarteto Smetana   El primer cuarteto de cuerda de Bedřich Smetana (1824-1884) constituye una obra de altísimo interés porque su composición responde […]

Por Música en México Última Modificación febrero 18, 2024

Programa, programa, programa

Cuarteto Smetana

 

El primer cuarteto de cuerda de Bedřich Smetana (1824-1884) constituye una obra de altísimo interés porque su composición responde a una concepción estética que es, en sí misma, la antítesis de un género cuya retórica musical, originalmente abstracta, no sigue guión ni libreto y no tiene referencias narrativas explícitas más allá de la propia dramaturgia que dibuja su forma. Al utilizar el cuarteto de cuerda para elaborar una sinfonía programática de cámara, una suerte de poema sinfónico para dos violines, viola y violonchelo, que sigue inequívoca y estrictamente un guión, Smetana actuó como un auténtico pionero. Si bien, con anterioridad, algunas obras para cuarteto podían haber contenido alguna referencia extramusical, como una canción, un símil o una imagen a la que hacer alusión, ninguna obra original del género había sido compuesta en su integridad como ilustración musical de un programa narrativo preconcebido. Lo interesante es que Smetana, al contrario de lo que había hecho en sus grandes poemas sinfónicos, no vuelca en este cuarteto ninguna epopeya checa, ninguna historia costumbrista bohemia ni ningún canto de exaltación y afirmación nacional. El guión que narra esta música no es otro que la historia de su propia vida, desde la juventud hasta la madurez. Así, aunque se aproxima al cuarteto de un modo totalmente novedoso, lo hace desde una perspectiva que, una vez más –como había ocurrido con Haydn, Mozart, Beethoven, Schubert o Mendelssohn–, define este género como el medio musical idóneo para la catarsis más íntima y personal de los sentimientos y las vivencias de los compositores.

 

El programa de este Cuarteto no. 1 en mi menor, subtitulado “De mi vida”, no fue explicitado por el compositor hasta tiempo después de su publicación. En el epistolario del compositor encontramos una detallada explicación de la secuencia narrativa de la obra: el primer movimiento describe con una nostalgia un tanto turbulenta la juventud del autor, su amor por el arte, su ambición creadora y, al mismo tiempo, la desasosegada intuición del drama y la infelicidad que le esperarían en su madurez. El segundo tiempo describe el vendaval de la juventud, incluyendo “una locura de danzas checas” en las que el compositor se describe a sí mismo como un bailarín incansable. El tercero relata el emocionante recuerdo del impacto causado por su primer amor, una hermosa joven que habría de convertirse años más tarde en su esposa y, finalmente, el último tiempo representa la toma de conciencia por parte de un Smetana adulto de la fuerza real de la música checa como aglutinadora de la conciencia nacional, constatando con satisfacción que el camino elegido, de compromiso con su cultura y su patria, es el camino del éxito…. hasta que irrumpen brutalmente la enfermedad y la sordera que, junto a la depresión que genera la desesperante evidencia de que su salud no va a mejorar, acaban por provocar el más desgarrado de los dolores y la catástrofe final.

Todas estas referencias son claramente constatables en los motivos musicales que pueblan los cuatro movimientos: la escritura casi rapsódica del turbulento primer tiempo, las festivas danzas del segundo, las amorosas melodías del tercero e incluso esa nota agudísima del finale, metáfora del pitido atronador del tinnitus que arrecia en los oídos preludiando el dolor de la sordera y el ocaso del compositor. Es interesantísimo observar cómo este es uno de los primeros y escasos cuartetos en los que no hay repeticiones, a pesar de seguir formas de composición –como la sonata– que sí suelen usarlas. El tiempo musical se hace así afín al tiempo vital: solo avanza imparable, como la historia y como la vida, sin repeticiones. La diversidad tonal que utiliza en todos los movimientos, cambiando constantemente de tonalidad y transitando movimiento a movimiento por universos sonoros completamente dispares, es también una herramienta muy expresiva de ese ejercicio novedosísimo de composición en el que la obra constituye la representación musical del devenir de la vida, siempre cambiante y siempre dominada por la caprichosa mecánica del azar.

 

Las aportaciones de Smetana al cuarteto, como la inclusión de materiales desinhibidamente folclóricos en su música (polkas, canciones populares), y la adecuación de las formas musicales al programa narrativo de la pieza –construyendo esta suerte de sinfonismo programático de pequeño formato instrumental–, serían tomadas como punto de referencia por compositores posteriores, señaladamente el moravo Leoš Janáček.

 

Fuente: Miguel Ángel González Barrio para la Fundación Juan March

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