Desde el Met de NYork: Cosi fan tutte, de Mozart

por Ricardo Rondón Tocó el turno a la penúltima función de las transmisiones desde el Metropolitan Opera de Nueva York, un festín de música vocal […]

Por Música en México Última Modificación abril 30, 2014

por Ricardo Rondón

Tocó el turno a la penúltima función de las transmisiones desde el Metropolitan Opera de Nueva York, un festín de música vocal y que nos acerca a lo que está sucediendo en el mejor coso operístico del mundo. Cosí fan tutte de Wolfgang Amadeus Mozart, con libretto de Lorenzo Da Ponte, es a nuestro criterio la ópera de más fino acabado y fluidez en la formidable producción de Mozart. Su argumento, situado en Nápoles a fines del s. XVIII no es el cuento frívolo apuntado al género femenino, como se solía pensar sino algo mucho más serio y con puntos de vista que manejan profundamente la femineidad y sus reacciones. Llamarla una comedia es irreal porque en esta aparente farsa se ofende a la gente en una apuesta tonta que, creemos, acabará destruyendo a los amantes, que caen en el juego y la apuesta de Don Alfonso, un personaje cínico y mefistofélico, un tanto alejado de la sociedad en que vive. La producción de Lesley Koenig manejó brillantemente el movimiento escénico y el trabajo de equipo del elenco fue óptimo. La producción y vestuario de Michael Yearan es bello y funcional, evocando una época que ha pasado a la historia y sentimientos que aún siguen siendo actuales, al menos en algunas sociedades. James Levine eligió esta obra para su retorno al Met después de dos años de ausencia por enfermedad y se cubrió de gloria. La orquesta del Met, de por sí magnifica, se creció aún más respondiendo a los tiempos exigentes de Levine y el apoyo que dio a la acción rítmica que es básica en la pieza. Cosí tiene solos pero los conjuntos vocales son primordiales, todo fue preparado con un esmerado profesionalismo aunado a una atractiva fluidez natural. Todos los solos instrumentales estuvieron maravillosos formando un marco ideal para este drama musical. Decimos drama porque no hay nada que cause risa en un mundo de dilemas y dudas afectivas.


El elenco fue elegido con absoluto cuidado. Levine tomó un grupo joven con cierta trayectoria y todas las credenciales para hacerle justicia a los retos de la partitura… y vaya si son muchos. Las hermanas en cuestión, Fiordiligi y Dorabella, fueron encarnadas por Susanna Philips e Isabel Leonard respectivamente. Philips tiene una voz de soprano lírico rica en el centro y libre en el registro alto. Cultiva un Mozart delicioso, lleno de matices y capta a la frívola dama sin descuidar las preocupaciones que la causan los hechos. Sus grandes solos – Com’e Scoglio y Per Pieta – fueron una delicia, cantados con suculentas flotaciones de fino lirismo y coronados con emocionantes agudos. Los retos de coloratura se resolvieron muy bien y recibió una merecida ovación en cada caso. Los duetos con Dorabella (Leonard) exhibieron una fina sensualidad que está clarísima en la música. Ambas se colocaron como excelentes mozartianas y, siendo mujeres guapas, apoyaron su femineidad con gracia y arrojo aunque les trajo consecuencias nefastas. El tenor Matthew Polenzani está en el mejor momento de su carrera, total plenitud vocal e histriónica. Su Ferrando exhibió un hermoso lirismo, ricos matices y agudos brillantes. Técnicamente dominó todas sus intervenciones y es un actor comprometido. Guglielmo estuvo cantado por Rodion Pogossov, un joven barítono de buen timbre y técnica sólida. Danielle de Niese hizo una Despina ideal, pizpireta y frívola pero, en el fondo, diabólica y capaz de hacerle el juego a Don Alfonso por una no muy módica suma. Su voz de soprano lírica se adaptó perfectamente a las exigencias de Mozart y brilló en los conjuntos. Maurizio Muraro se fue de menos a más como Don Alfonso. Se mueve bien y su dicción es clarísima. No tiene una gran voz pero sabe apoyar vocalmente a los conjuntos. Los coros tienen poco que hacer y lo hicieron bien.

La función duró más de cuatro horas incluyendo un único intermedio, fue un Cosí fan Tutte que tenía corazón pero precisamente este sentimiento amoroso es el que llevó a los personajes casi a la perdición. Es imposible creer en un final feliz porque no se dan los elementos pero con este juego Mozart logró una obra maestra en donde pasaje tras pasaje nos transporta a un mundo musical inolvidable. Mozart nunca deja de maravillarnos.



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