Entre pasado y presente: Max Richter y su “Vivaldi Recomposed”

Por: Francesco Milella Ayer por la tarde, preparándome para el primer concierto del Festival de la Academia Chigiana, abrí el periódico local, “La Nazione” de Siena. […]

Por Francesco Milella Última Modificación julio 12, 2015

Por: Francesco Milella

Ayer por la tarde, preparándome para el primer concierto del Festival de la Academia Chigiana, abrí el periódico local, “La Nazione” de Siena. Quería ver cómo se estaba preparando la ciudad a este gran evento que, después del palio, cada año marca y anima su vida social. En la cuarta página apareció inmediatamente un título definitivamente elocuente: ‘Vivaldi Recomposed’, un éxito internacional. Richter: “Trato de conectarme con el original”. Era una entrevista a Max Richter, el joven compositor británico, que se está preparando a presentar por primera vez frente al público italiano su trabajo de recomposición de las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi. Aún más persuasiva me pareció una frase de su entrevista: “las Cuatro Estaciones con el tiempo han perdido su sacralidad […]. Por esta razón he querido enfrentar esta obra maestra en una lectura totalmente personal. Una experiencia que lograra darle una nueva luz”.

La verdad es que, siendo – lo confieso – muy tradicionalista, las palabras de Richter despertaron en mí algunas dudas. ¿Cómo se podía descomponer y recomponer una obra maestra como las Cuatro Estaciones? ¿Cómo se podía pretender dar una nueva luz a estos conciertos tan bellos y completos que parecen brillar solos?

Max Richter realmente logró responder con claridad y belleza a todas mis dudas y temores. Desde el incierto y efímero inicio de “Spring”, me di cuenta de que estaba escuchando algo totalmente diferente, que no podía conectarlo y relacionarlo con la “Primavera” que todos conocemos. Max Richter estaba llevando a cabo algo inesperado: el compositor inglés logró eliminar toda esa pátina comercial con la que la publicidad y la televisión habían ahogado su belleza para darle una nueva vida. En otras palabras, había quitado estos cuatro hermosos conciertos de la vitrina de museo en donde décadas de historia los habían encerrado para dejarlos respirar.

El trabajo de Richter es maravillosamente claro. El compositor británico corta físicamente partes de la partitura vivaldiana sin desmembrarlas, sin deshacerlas. Lo que él quiere hacer es amplificar su gran potencial musical y, por lo tanto, emotivo, abriendo los espacios, ampliando los paisajes que Vivaldi nos presenta en su camino, aumentando las tensiones del verano y del invierno. Todo en un diálogo continuo con la estética del mundo contemporáneo: ritmos desequilibrados (compases de 4/4 se alternan con otros de 7/4), inquietudes armónicas y juegos melódicos nos sorprenden, nos destantean continuamente al transportar el mundo barroco en la esquizofrenia de la sociedad en que vivimos.

El resultado es impresionante: Max Richter juega con nuestra memoria, juega con los recuerdos que cada uno de nosotros tiene de estos fascinantes conciertos de Vivaldi. Es un engaño amable, divertido y original que nos inmoviliza frente a una música que fluye libremente en el tiempo, del pasado al presente. Y del presente al pasado.

Francesco Milella
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