Historia de la música minimalista (I)

Música Minimalista. Con sus interminables y aparentemente estáticas repeticiones, el minimalismo fue y sigue siendo uno de los movimientos musicales más populares y reconocibles del siglo XX.

Por Jose Antonio Palafox Última Modificación febrero 20, 2018

Por José Antonio Palafox

Música Minimalista. Con sus interminables y aparentemente estáticas repeticiones, el minimalismo fue y sigue siendo uno de los movimientos musicales más populares y reconocibles del siglo XX.

Panorama

A finales de la década de 1950, el panorama musical “culto” de Occidente se encontraba dominado mayormente por las armonías disonantes del serialismo integral y otras audacias formales de compositores como Pierre Boulez (Le marteau sans maître), Karlheinz Stockhausen (Kontra-Punkte), Luigi Nono (La victoire de Guernica) y Milton Babbitt (Composition for twelve instruments), entre otros. Los experimentos de las vanguardias se extendieron a las entonces nuevas tecnologías electrónicas (en la obra de Pierre Schaeffer y Pierre Henry, principalmente), y la desintegración de la forma y la libertad concedida al intérprete llegó a su máxima expresión en la figura de John Cage, cuyo acercamiento prácticamente conceptual a la música tuvo al azar y la indeterminación como principales hilos conductores.

Karlheinz Stockhausen: Kontra-Punkte / Ensemble Linea, dirige Jean-Philippe Wurtz

 

Sin embargo, estos experimentos radicales dieron como resultado obras de extrema complejidad rítmica y melódica que terminaron siendo abstractas piezas cerebrales prácticamente incomprensibles para el público no erudito. En este marco surgió, en los últimos años de la década de 1950, un grupo de jóvenes compositores estadounidenses que, fascinados con las envolventes estructuras de la música india, los hipnóticos ritmos de las percusiones africanas y la libertad organizativa del jazz, reaccionaron contra este complejo intelectualismo volviendo a la tonalidad y la armonía consonante por medio de una serie de obras cuya principal característica era la máxima sencillez sonora.

Estructura de la música minimalista

Partiendo en gran medida de esquemas estructurales propios de la música oriental, como el del inmensamente sutil raga indio, que está organizado en ciclos melódicos continuos y posee un ritmo hipnótico que apela a la creación de un estado de ánimo particular en el escucha, estos artistas rechazaron el idioma clásico de la composición en 12 tonos y construyeron su música, en vez de por notación, mediante extensas frases rítmicas compuestas por una pulsación constante y la reiteración de breves motivos o células que evolucionan lentamente de una manera prácticamente imperceptible, dando en conjunto la impresión de que las mismas notas se repiten una y otra vez ad infinitum durante los minutos —o incluso horas— que pueden llegar a durar las interpretaciones.

Raga Yaman Kalyan / Pandit Ravi Shankar (sitar)

 

De hecho, la repetición incesante, el ostinato, es una de las expresiones musicales más antiguas de que se tiene memoria, y se encuentra presente con frecuencia en la música barroca (el bajo continuo y el bajo de Alberti, por ejemplo). También podemos encontrar el principio de repetición perpetua en obras contemporáneas como el Bolero de Maurice Ravel y la radical Vexations, una pieza para piano escrita en 1892 por Erik Satié que consta de tan solo 18 notas con dos únicas indicaciones: repetirse muy lento… ¡840 veces!. Tal vez se trataba de una más de las extravagantes humoradas del compositor, que nunca vio estrenada tan desafiante pieza, pero lo cierto es que John Cage se tomó en serio el reto y en 1963 ofreció, junto con otros nueve pianistas, una interpretación íntegra de la obra, que se prolongó durante casi 19 horas.

Erik Satié: Vexations (fragmento) / Tarvi Kull (piano)

 

Dentro del minimalismo, esta técnica estructural reemplaza completamente la evolución dramática característica de la música (al menos hasta el periodo Romántico) por una especie de inercia dinámica donde la ausencia de contrastes (fuerte/suave, rápido/lento) altera nuestra percepción del tiempo, ya que, aunque el flujo musical no cesa de evolucionar en ningún momento, lo hace de un modo tan imperceptible que el escucha tiene la impresión de que no está pasando nada. A la larga, este efecto estilístico provoca una especie de hipnosis que a su vez deviene en una sensación de abolición del tiempo. Entonces nosotros, como espectadores, solamente tenemos dos opciones: aburrirnos y marcharnos, o dejarnos llevar por el estado hipnótico que la música propone. Y es que, a diferencia la mayor parte de los estilos compositivos occidentales tradicionales, las obras minimalistas no avanzan hacia un clímax catártico, ni dibujan esquemas de tensión y liberación. Simplemente se trata de composiciones “abiertas” cuyas células pueden repetirse una, dos, tres… infinitas veces, y a las que se puede poner fin sin más ni más en el preciso momento en que se cierre cualquiera de sus innumerables ciclos.

Reacción

Tan peculiares características hicieron que estas piezas, inicialmente catalogadas como música “sistemática”, “repetitiva” o “meditativa”, sufrieran una reacción de rechazo por buena parte de la crítica especializada del momento, que opinaba que se trataba de obras engañabobos escritas por músicos sin talento que solo eran capaces de componer una breve melodía y repetirla hasta el hartazgo. Pero Estados Unidos estaba viviendo una época de grandes atrevimientos creativos y feroces revoluciones estilísticas como no se había visto desde el París de la década de 1920. En el aspecto musical, John Cage acababa de escandalizar a medio mundo con su insólita 4’33’’ (la cual, vista fríamente y con ánimos de purismo extremista, podría ser la obra minimalista por excelencia, ya que en ella todos los elementos de la creación musical se encuentran reducidos a la mínima expresión sonora posible: el silencio), el jazz empezaba a transitar por los vertiginosos caminos del free, el rock and roll de Bill Haley y Elvis Presley estaba a punto de dar paso al rock psicodélico de Jefferson Airplane y The Doors… y el público ávido de nuevas propuestas podía sentarse sin mayor problema en el suelo de una bodega para fumar un cigarrillo, dormirse o entrar en trance mientras escuchaba a Philip Glass tocar, en compañía de dos o tres amigos, obras basadas en una machacona repetición que parecía ser una irónica respuesta al serialismo, cuya principal característica es que el compositor está obligado a utilizar las doce notas de la escala cromática en un orden determinado y sin poder repetir una hasta haber recorrido las otras once.

John Cage: 4’33” / William Marx (piano)

El minimalismo

Así, desde los oscuros espacios alternativos de San Francisco y poco después desde la siempre efervescente escena cultural de Nueva York, esta música repetitiva empezó su lucha por encontrar un lugar dentro de las vanguardias musicales. Y fue hasta 1968 que el movimiento encontró su nombre definitivo gracias al compositor y musicólogo británico Michael Nyman, quien aplicó por primera vez el término “minimalista” en un contexto musical para referirse a la obra del compositor experimental Cornelius Cardwell, cuya labor para dar a conocer el trabajo de las vanguardias estadounidenses en Inglaterra fue importantísima. Cabe mencionar que ya el arquitecto alemán Ludwig Mies van der Rohe había establecido los preceptos básicos del minimalismo al proponer que todas las cosas debían ser reducidas a lo esencial en su célebre frase “Menos es más”, y que el término “minimalismo” fue originalmente acuñado en 1965 por el crítico y filósofo Richard Wolhein para hablar de los trabajos pictóricos del artista Ad(olph) Reinhardt. Con el paso del tiempo, en minimalista se convirtió todo aquello que intenta “alcanzar la máxima expresividad por medio de la mínima expresión”.

En el ámbito musical, fueron varios los jóvenes creadores que se unieron a la corriente inicial del minimalismo, pero solo cuatro de ellos lograron trascender por la importancia de sus aportaciones: Terry Riley, Steve Reich, Philip Glass y el críptico La Monte Young. Hablaremos de ellos en las siguientes entregas.

 

Continua Leyendo Historia de la Música Minimalista:

Parte II –  La Monte Young – La Música Eterna

Jose Antonio Palafox
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