La música de cámara de Beethoven

Los 3 vértices de la gran obra beethoveniana son las sinfonías, las sonatas para piano y los cuartetos de cuerda. Su música se puede agrupar […]

Por Música en México Última Modificación mayo 6, 2019

Los 3 vértices de la gran obra beethoveniana son las sinfonías, las sonatas para piano y los cuartetos de cuerda. Su música se puede agrupar en tres periodos creativos muy distintivos, dentro de los cuales la música de cámara ocupa un lugar central.

El primer periodo duró hasta los primeros años de la década de 1800 y se caracteriza por el uso continuado de técnicas de composición de la última parte del siglo dieciocho. Abarca las obras de cámara opus 1, 8, 9, 11, 16, 18, 20 25 y 29. Aunque tradicionales en forma y estilo, estas obras ya están presionando los límites musicales establecidos.  Además de ser singularmente personales, emotivas y altamente expresivas, también exhiben toques maravillosos del muy especial humor de Beethoven.

Durante la segunda época, una década que se inicia alrededor de 1804, Beethoven combatió el impacto de la sordera que le privaría del amor, del matrimonio y de una familia; por otro lado, en esta época sus patronos aristocráticos también empezaron a perder riqueza y poder. Su producción de música de cámara en estos años incluye los opus 59, 70, 74, 95 y 97. Estas composiciones se alejan aún más de los modelos clásicos en cuanto a extensión, intensidad y originalidad en la invención musical.

En el tercer y último periodo, Beethoven se encuentra ya muy distante de sus antepasados clásicos. La lucha ha terminado; se ha probado a sí mismo y a otros de que puede componer a pesar de su terrible aflicción. Estas últimas obras, todos cuartetos, op. 127, 130, 131, 132, 133 y 135, introducen una espiritualidad totalmente nueva a la música de cámara. El esquema formal es determinado ahora exclusivamente por el contenido musical; no se trata de una estructura predeterminada dentro de la cual se colocan pensamientos musicales apropiados. Los últimos cuartetos alcanzan una expresividad elevada con la cual Beethoven trasciende preocupaciones terrenales y asciende a los niveles más elevados que puede alcanzar la imaginación humana.

Cuando murió Beethoven en 1827, dejó como legado al mundo un conjunto de cuartetos para cuerdas y otras obras de cámara que son los referentes del repertorio de música de cámara y que, a la vez, permiten unas miradas fascinantes al interior de Beethoven, el hombre,  y al vertiginosamente cambiante mundo en el cual vivió.

Fuente: Melvin Berger, Guide to Chamber Music, New York, Doubleday, 1985/1989.

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