La Natividad en el siglo XX – Veinte miradas sobre el Niño Jesús, de Olivier Messiaen (1908-1992)

Ashley Hribar – Piano A más de sesenta años de su composición, Veinte miradas sobre el Niño Jesús de Olivier Messiaen es considerada como una […]

Por Música en México Última Modificación diciembre 21, 2014



Ashley Hribar – Piano

A más de sesenta años de su composición, Veinte miradas sobre el Niño Jesús de Olivier Messiaen es considerada como una de las obras para piano más importantes del siglo XX. Hay muy pocas piezas en la literatura pianística que se le asemejan, no sólo por su gran tamaño (más de dos horas), sino por la destacada cohesión temática y sólida estructura compositiva. Además de ser una obra extraordinariamente personal, Veinte miradas tiene una gran fuerza expresiva, tan es así que una audición completa de la obra realmente es capaz de alterar nuestra percepción de la obra del genio francés. Sin embargo, a pesar del reconocimiento de la pieza y el increíble efecto acumulativo al experimentarla en su totalidad, Veinte miradas se presenta rara vez en su forma completa.

Si bien no abundan los pianistas aptos para tocar toda la obra, es común escuchar uno o tal vez dos de los veinte movimientos que la conforman en un recital, muchos artistas de concierto de todo el mundo tienen un par de movimientos en su repertorio. Pero cuando uno escucha toda la pieza, rápidamente se hace evidente que las Veinte Miradas no es simplemente una colección de veinte piezas. Puede considerarse como una suerte de tema y variaciones, no menos conciso que las Variaciones Goldberg de Bach. Los veinte movimientos se basan en uno de tres temas, y en su conjunto cuentan la historia del nacimiento de Cristo y la subsecuente relación de Dios con la humanidad. El tema central, o leitmotiv, es una coral de cinco acordes subtitulado “El tema de Dios”. Peter Hill, en su libro Messiaen, lo describe mejor: “El impulso de la obra deriva de … la forma en que es transformado el ‘tema de Dios’, cada momento marca uno de los principales pasajes del viaje teológico: de Dios Padre al Hijo (no. 1 y 5), a través de la energía convulsiva de la creación y su contraparte en el “Espíritu de la alegría” (no. 6 y 10), a los acontecimientos de la natividad (no. 11 y 15) y finalmente, a la gloria de la Iglesia eterna (no. 19 y 20)”. [New Haven; Londres: Yale University Press, 2005.]

Como cada tema vuelve una y otra vez a lo largo del ciclo, Messiaen concede a cada retorno un significado teológico y programático específico. El segundo tema, el “Tema de la Estrella y de la Cruz,” es un ejemplo perfecto. Este tema –una sencilla melodía- parece simple por sí solo, pero en contexto es tratado de diversas maneras para simbolizar los comienzos inocentes de la vida de Cristo (la estrella) o el presagio oscuro de las cosas por venir (la cruz).

Las Veinte Miradas es una de las piezas más íntimas de Messiaen, y ofrece al oyente un vistazo de su persona. Era un individuo profundamente religioso, y aunque su fe influenció cada pieza que escribió, Veinte Miradas es casi como su diario espiritual: al escuchar la pieza, no queda duda de cuánto significado le da Messiaen al nacimiento de Cristo. Por esa razón, mantiene una posición muy singular en su producción: compuesta en 1944, cuando tenía 36 años, fue la última pieza de la música con tema religioso que escribió hasta 1960, y la única obra de este corte que compuso para piano solo. Tiene además la distinción de ser la pieza más larga de tema religioso para piano que se haya escrito en toda la literatura de la música clásica, quizá la que le siga sea el ciclo de 90 minutos de Liszt, Harmonies poétiques et religieuses.

Además de su significado teológico, la obra fue un trampolín para un nuevo estilo en Messiaen. Al momento de su creación, que era la pieza más larga que había compuesto, y a través de ella aprendió mucho sobre la forma en gran escala. Al no usar formas tradicionales, gran parte de la pieza se presenta en un estilo discontinuo que más tarde se asocia comúnmente con su estética. La obra contiene además sus primeros experimentos con canto de los pájaros y el ritmo no métrico, ambas características primarias de sus obras posteriores.

Veinte Miradas es una pieza tan extraordinaria que no hay mal momento para escuchar la obra en su totalidad. Así podremos estudiar sus detalles intrincados, revelar sus mensajes sutiles y aprender más acerca de uno de los compositores, maestros y teóricos más importantes del siglo XX: un hombre que influyó y enseñó a Boulez, Stockhausen, Xenakis, Nono, y docenas de otros compositores, incluidos los jóvenes compositores de hoy.

Movimientos:

Regard du Père (Mirada del Padre).
Regard de l’étoile (Mirada de la estrella).
L’échange (El intercambio).
Regard de la Vierge (Mirada de la Virgen).
Regard du Fils sur le Fils (Mirada del Hijo sobre el Hijo).
Par Lui tout a été fait (Por Él todo ha sido hecho).
Regard de la Croix (Mirada de la Cruz).
Regard des hauteurs (Mirada de las alturas).
Regard du temps (Mirada del tiempo).
Regard de l’Esprit de joie (Mirada del Espíritu de alegría).
Première communion de la Vierge (Primera Comunión de la Virgen).
La parole toute-puissante (La palabra todopoderosa).
Noël (Navidad).
Regard des Anges (Mirada de los Ángeles).
Le baiser de l’Enfant-Jésus (El beso del Niño Jesús).
Regard des prophètes, des bergers et des Mages (Mirada de los profetas, los pastores y los Magos).
Regard du silence (Mirada del silencio).
Regard de l’Onction terrible (Mirada de la Unción terrible).
Je dors, mais mon cœur veille (Yo duermo, pero mi corazón vela).
Regard de l’Église d’amour (Mirada de la Iglesia de Amor).

Fuente: Keith Kirchoff


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