Las dificultades de la edición musical

por Erika P. Bucio, en Reforma Ediciones Mexicanas de Música (EMM), la única editora de los compositores mexicanos, intenta salir del hoyo financiero en que está […]

Por Música en México Última Modificación diciembre 20, 2014

por Erika P. Bucio, en Reforma

Ediciones Mexicanas de Música (EMM), la única editora de los compositores mexicanos, intenta salir del hoyo financiero en que está sumida. Lleva dos años sin poder publicar por falta de fondos. Dejó de percibir, pór el papeleo impuesto por Hacienda, el subsidio que le otorgaba el INBA de 150 mil pesos, con el que podía costear hasta cinco ediciones por año. Desde 2008, la Sociedad de Autores y Compositores (SACM) dejó de pagar las regalías que como editora le corresponden por concepto de conciertos, grabaciones y radiodifusión. La editorial también ha sufrido pérdidas por el fotocopiado ilegal de sus ediciones, a pesar de lo baratas que son: 70 pesos por la partitura del “Concierto para violín y orquesta” de Federico Ibarra, de 93 páginas, la hay en venta ilegal por 45 pesos. En comparación, en Europa una partitura de Ligeti ronda los 20 euros.

“La venta de partituras siempre ha sido débil”, dice el compositor Víctor Rasgado, consejero de la editorial junto con Federico Ibarra y Mario Lavista. El alquiler de partituras de obras que se ejecutan en concierto es el verdadero sostén pero también se ha visto mermado por el fotocopiado. La tarifa se paga de acuerdo con la duración de la obra: si es de una hora, cuesta 7,800 pesos por la primera función y, a partir de la segunda, se reduce a 6,240 pesos. De esa renta los compositores perciben regalías. EMM también arrastra deudas por la renta de partituras a las orquestas. “Bellas Artes paga un año después, todas pagan después y no por eso vamos a dejar de rentarles”, dice Gálvez, musicóloga colombiana.

EMM nació sin ánimo de lucro en 1947, como una asociación civil conformada por los compositores Carlos Chávez, Blas Galindo, Rodolfo Halffter, José Pablo Moncayo, Adolfo Salazar, Luis Sandi y Jesús Bal y Gay. Su propósito era promover la música de concierto nacional. Su acervo consta de 400 partituras acumuladas desde que empezó a funcionar. Son la editorial, por ejemplo, de Huapango, de Moncayo, y Sones de Mariachi, de Galindo.

La musicóloga ya tiene un plan para modernizar la editorial y apuesta por el negocio digital, con impresiones bajo pedido y descarga electrónica. La digitalización permitiría poner a resguardo su acervo y abrirlo a la consulta de los estudiosos. “La idea es que Ediciones sea un portal donde se albergue la biografía de los compositores, un link a su página personal y las partituras se vendan”, indica.

Por su parte, Jaime Ruiz Lobera, coordinador de Música y Ópera del INBA, anticipa que analizan un mecanismo para apoyar a la editorial. Podría ser un mecanismo de colaboración y confía tenerlo listo para 2015.

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