Claudio Abbado

Claudio Abbado fue uno de los principales directores de orquesta en la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI. Ocupó varios de […]

Por Música en México Última Modificación febrero 21, 2018

Claudio Abbado fue uno de los principales directores de orquesta en la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI. Ocupó varios de los puestos de mayor prestigio a los que un director puede aspirar. Su presencia musical tanto en las salas de concierto como en mundo de la grabación dejó un legado innegable de excelencia.
Su padre fue Michelangelo Abbado, violinista y maestro. De él recibió, junto con su hermando Marcello, sus primeras lecciones de piano (Marcello se convirtió en pianista y compositor). Claudio fue educado en el Conservatorio de Milán, de donde se graduó en 1955 con un diploma en piano. Mientras estudiaba allí, comenzó a estudiar dirección orquestal con Antonio Votto. En 1955, estudió piano con Friedrich Gulda en Salzburgo y entre 1956 y 1958 asistió a las clases de dirección de Hans Swarowsky en la Academia de Música de Viena.

Sergei Prokofiev – Romeo y Julieta (extractos)

En 1958, hizo su debut como director en Trieste y ganó el Concurso Koussevitzky en Tanglewood. Esto impulsó su participación en varias casas de ópera y orquestas provinciales, también obtuvo trabajo como docente en el Conservatorio de Parma. Después de ganar el Premio Dimitri Mitropoulos de 1963, fue galardonado con un puesto de cinco meses en la rotación de directores invitados de la Filarmónica de Nueva York, con la que hizo su debut el 7 de abril de 1963. El año 1965 marcó su debut con la Filarmónica de Viena en el Festival de Salzburgo, pero aún más importante fue el regreso a su ciudad natal, Milán, para dirigir en La Scala. Volvería a dirigir allí en 1967, se convertiría en el director residente de la compañía en 1968 y sería nombrado director musical en 1971.

A Abbado se le atribuye la elevación de los estándares de ejecución en La Scala y la ampliación de su repertorio. También organizó a sus intérpretes orquestales en la Orchestra della Scala, cuyas ejecuciones de obras de compositores modernos como Schoenberg, Nono, Ligeti, Stockhausen y Berio llevaron a Abbado a la fama como intérprete de ese repertorio.

Mozart – Concierto para piano no. 23 K488 (Friedrich Gulda, piano)

En 1971, fue nombrado director principal de la Filarmónica de Viena. Poco después, formó una relación con la Orquesta Sinfónica de Londres, de la que se convirtió en director principal en 1979, cargo que mantuvo hasta 1988. Otras actividades durante este período incluyeron la fundación de la Orquesta Juvenil de la Comunidad Europea, la Orquesta de Cámara de Europa y la Orquesta de Cámara Juvenil de Gustav Mahler.

Durante el período 1982-1986, Abbado se desempeñó como director invitado principal en la Orquesta Sinfónica de Chicago, y después fue nombrado director musical de la Ópera Estatal de Viena. Los vieneses lo honraron aún más al nombrarlo director general de música de la ciudad. Durante su mandato, fundó en 1988 el Festival de música moderna de Viena, que ahora ha crecido para abarcar todas las formas de arte contemporáneo.

Schoenberg – Pelleas y Melisande, op. 5

Abbado sucedió a Herbert von Karajan como director musical de la Filarmónica de Berlín en 1989. En 1991, renunció a su puesto en la Ópera Estatal de Viena, pero mantuvo su presencia en la ciudad al fundar el Premio anual de Viena para jóvenes compositores. En 1994, sucedió a Karajan de nuevo, ahora en la dirección del Festival de Pascua de Salzburgo. Luego de luchar contra el cáncer en 2000, Abbado formó la Orquesta del Festival de Lucerna en 2003, junto con el director artístico y ejecutivo de la orquesta, Michael Haefliger. Aunque Abbado suspendió brevemente sus actividades en 2007, tomó de nuevo la batuta luego de una ausencia de dos meses. En años posteriores, Abbado redujo su carga de trabajo debido a la enfermedad, pero todavía encontró tiempo para dirigir conciertos y grabar con la Orquesta Mozart , así como con varias orquestas juveniles en toda Europa.

Mahler – Sinfonía no. 2 “Resurrección”

Abbado era un director emocionante que buscaba siempre la belleza tímbrica. Su extensa discografía incluye las obras sinfónicas completas de Mahler, Schubert, Ravel, Tchaikovsky, Mendelssohn y Beethoven, y docenas de otras grabaciones.
Fuente: Joseph Stevenson para allmusic.com

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