Terry Riley: la repetición que no cesa – Historia de la Música Minimalista (IV)

Por Jose Antonio Palafox. Terry Riley – In C Terry Riley compuso In C en 1964. Con esta obra seminal, que es además una de […]

Por Jose Antonio Palafox Última Modificación febrero 20, 2018

Por Jose Antonio Palafox.

Terry Riley – In C

Terry Riley compuso In C en 1964. Con esta obra seminal, que es además una de las piezas más importantes dentro de la historia de la música del siglo XX, el compositor estaba marcando una etapa estilística definitoria para el minimalismo. Se trata de una composición en la que lo único claramente definido es la tonalidad, C (do mayor), que además es la tonalidad más sencilla posible. Por lo demás, la partitura consta de una sola página y no indica ni la cantidad de músicos ni los instrumentos que deben utilizarse. Simplemente contiene 53 breves frases musicales (algunas tan pequeñas que están formadas por solo dos notas), las cuales cada ejecutante debe repetir tantas veces como quiera. El hilo conductor de la obra es The Pulse (el pulso o ritmo), que puede ser un piano, teclado, xilófono o marimba, cuya tarea será repetir de manera incesante ocho notas regulares entre los dos do de la octava más alta con el objetivo de proporcionar un tempo fijo y un centro tonal durante todo el tiempo que dure la interpretación. Por su parte, cada músico decide en qué momento sumarse a la interpretación y ponerse en sincronía con el pulso para empezar a recorrer progresivamente las 53 frases. Cuántas veces repetir cada frase, dónde colocar el compás acentuado, en qué momento pasar de una frase a otra, cómo relacionar su parte con las de los demás… todo eso depende totalmente de cada intérprete. En algún momento, 40 minutos o 5 horas después, todos los músicos habrán llegado a la última frase, con lo que la obra puede considerarse terminada.

In C es una obra “abierta”, asombrosamente flexible, con la que Riley consigue, al no establecer una instrumentación definida, una variedad de combinaciones sonoras prácticamente infinita. Ha sido interpretada por las alineaciones instrumentales y vocales más exóticas y variadas, y cada una de las ejecuciones es completamente nueva y distinta, como si la partitura estuviera reescribiéndose constantemente. En cuanto a su calidad interpretativa, la pieza depende enteramente de la interacción espontánea que surja dentro del grupo de intérpretes. Pero además de esta fascinante característica de mutabilidad, In C puede ser considerada como la piedra angular de la música minimalista porque en ella se encuentran contenidos por primera vez en la historia prácticamente todos los elementos propios del género: se trata de música tonal que posee un ritmo constante y breves motivos que se repiten una y otra vez para estructurar una compleja trama sonora que crea una sensación hipnótica de continuidad atemporal en el escucha.

Terry Riley: In C / Terry Riley y el Stargaze Ensemble

 

Capas sonoras y bandas de un solo hombre

Tras el logro mayúsculo que significó In C, Riley continuó sus experimentos con la pulsación repetitiva y la creación de estados hipnóticos en el escucha como base de su estética musical en piezas como Tread on the Trail (1965), Olson III (1967), You’re No Good (1967) y I Can’t Stop No (1967), esta última un collage para cinta magnética en la que un crooner grabado de un programa de radio repite obsesivamente durante casi una hora las palabras “I can´t stop no…” mientras Riley las va fragmentando, yuxtaponiendo y ensamblando nuevamente de las más diversas formas. También aplicó la estructura reiterativa y la cualidad improvisatoria de In C a las múltiples capas sonoras con tiempos modificados que podía obtener por medio del uso de cintas magnéticas en obras como Is it A Flat or is it B Flat? (1964) y Dorian Reeds (1966), la cual sería una especie de estudio para la más ambiciosa Poppy Nogood and the Phantom Band (1967). En Poppy Nogood…, Riley adapta los conceptos interpretativos de In C al campo de la música electrónica para conseguir texturas sonoras similares, pero sin depender de ningún intérprete más que él mismo. Así, con la sola ayuda de micrófonos, sistemas de retardo de la cinta magnética y el enlazamiento en loops (bucles) de diversas secuencias de compases musicales para crear la sensación de continuidad, Terry Riley (que en esta pieza es tanto Poppy Nogood como la Phantom Band) consigue crear armonías convencionales, sostenerlas en el tiempo y transformarlas gradualmente. Se trata de una obra para saxofón soprano, “zumbido” de órgano electrónico y dos magnetófonos en la que el saxofonista (Terry Riley) improvisa “en vivo” mientras es grabado en uno de los magnetófonos. El otro magnetófono se encarga de modificar y reproducir la grabación para que el músico pueda improvisar nuevas líneas a partir del material grabado. La nueva improvisación es, a su vez, grabada, modificada y reproducida para que el saxofonista vuelva a improvisar sobre la grabación, y así ad infinitum. Mientras tanto, el órgano sostiene un acorde perpetuo en forma de “zumbido” durante todo el tiempo que dura la interpretación. Con esta pieza, Riley experimentó por vez primera el manejo simultáneo de sonidos grabados y sonidos producidos “en vivo”. El resultado es una obra que origina una sensación de abolición del tiempo producto de la incesante repetición de las capas sonoras acumuladas y su evolución gradual casi imperceptible.

En 1968 Riley trasladó las ideas desarrolladas en Poppy Nogood and the Phantom Band al vasto terreno sonoro de los teclados con A Rainbow in Curved Air, una pieza en la que el compositor superpone una gran cantidad de capas sonoras unificadas por medio de un impecable ciclo rítmico derivado de las intrincadas combinaciones rítmicas del raga indio conocidas como talas. Se trata de una obra en la que el teclado electrónico repite breves módulos melódicos que son grabados, modificados y reproducidos sin cesar en un magnetófono a la par que se van agregando nuevas improvisaciones “en vivo” producidas con un dumbak y tamborines indios, las cuales a su vez son grabadas, modificadas y superpuestas a lo ya grabado, con lo que se crea un denso tejido sonoro único e irrepetible compuesto totalmente de improvisaciones. Así, la repetición melódica crea una sensación de “inmovilidad” sonora a la que la improvisación agrega ocasionalmente elementos nuevos y distintos, con lo que el cambio de timbre se vuelve estructuralmente más importante para el escucha que los propios módulos y su manipulación.

Terry Riley: A Rainbow in Curved Air / Terry Riley (teclado electrónico, dumbak y tamborines)

Continuar Leyendo “Historia de la música minimalista”

Parte III – Terry Riley: experimentación y libertad
Parte V – Terry Riley: expandiendo horizontes

 

 

Jose Antonio Palafox
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