Nueva música: Duplum Duo

por Mauricio García de la Torre Con la presente nota inician en Música en México las reseñas críticas de conciertos de música nueva. La intención es […]

Por Música en México Última Modificación septiembre 8, 2015

por Mauricio García de la Torre

Con la presente nota inician en Música en México las reseñas críticas de conciertos de música nueva. La intención es dar contexto al público sobre este género y comentar sus manifestaciones en suelo mexicano, así como difundir la obra de compositores nacionales dentro y fuera del país.

El Duplum Duo, integrado por Fernando Domínguez e Iván Manzanilla, ofreció el pasado sábado 29 de agosto un concierto dedicado a la música de cinco compositoras del siglo XX, en su mayoría mexicanas.

Los asistentes a la Sala Carlos Chávez del CCU-UNAM pudieron disfrutar la ejecución de alto nivel de Domínguez y Manzanilla. El calificado dueto es particular porque conjunta, por un lado, clarinete(s) –hay varios tipos, por ejemplo, en si bemol, mi bemol, bajo, etc.–, instrumento de gran ductilidad cuya adaptación a las necesidades expresivas de las estéticas musicales del siglo XX ha sido notable y, por otro, un set de percusiones, conocido como multipercusiones, integrado por teclados de altura determinada (marimba, vibráfono o xilófono) e instrumentos de altura no determinada (como platillos, tambores o bloques de madera).

La velada inició con Ese tiempo que gira de Graciela Agudelo (Cd. de México, 1945). El pulso diluido en el inicio ofrecía una atmósfera sugerente; las alturas graves del clarinete bajo aparecieron suaves acompañadas por corridas de platillos y cortinilla; la obra prometía mucho. A dicha evolución sucedió una segunda sección, cuyo contraste era marcado por la austera ciclicidad de los motivos y una clara estabilidad rítmica. Sin embargo, el desarrollo posterior de los materiales no convenció, en particular el uso de la multipercusión que tenía un aire en ocasiones caprichoso. No se entendió, por ejemplo, el uso del silbato de pistón, cuyo gesto cuasi cómico parecía de un orden distinto al discurso establecido, y por otro lado, este elemento tampoco anunciaba nuevos horizontes del material. Su intervención despertó un velado gesto de hilaridad en la audiencia.

Entre la bruma va, obra para clarinete bajo, es una muestra la capacidad como instrumentadora que tiene Ana Lara (Cd. de México, 1959). Inspirada en un haikú japonés, la pieza utiliza con particular astucia las llamadas “técnicas extendidas” del clarinete, una serie de artilugios técnicos resultado de experimentación instrumental generalizadas en la música del siglo XX. Entre estas técnicas se encuentran los multifónicos (el ocurrir simultáneo de varios sonidos), glissandi (el sonar continuo de una altura que se traslada hacia otra), “pizzicati” (golpe de lengua contra la boquilla que resulta en sonidos cortos y acentuados), y otros. Lara pudo articular una música de gran cohesión e interés a pesar de usar todas técnicas del catálogo, un logro nada menor.

El programa encontró su punto más bajo con Dreiundzwanzig Vokale fur Christoph (Veintitrés vocales para Cristo) para percusiones, de la suiza Annette Schmucki (1968). Al parecer la pieza plantea vínculos entre el lenguaje hablado (en este caso, el alemán) y la música. Schmucki escribió una partitura para marimba y voz hablada por el propio percusionista que reitera una frase (la del título) sin expresión alguna más que la variación o desplazamiento del ritmo: vocales, sílabas, palabras. De búsqueda más conceptual que perceptiva, la obra presenta el paralelo del discurso musical con el hablado sin lograr impacto en ninguno, y nada tuvo que ver la ejecución de Manzanilla. El resultado dejó perplejo al público.

El Estudio Tongolele para clarinete y percusiones de Gabriela Ortíz (Cd. deMéxico, 1964) es una pieza alegre, hasta guapachosa, tanto como lo permite uncontexto contemporáneo. Inspirada en la conocida rumbera de los añoscincuenta, la breve obra de Ortíz agradó al asistente. La música no deja nada a laimaginación, es simplemente lo que es, una suerte de ostinato en continuo desplazamiento en las maracas que acompaña una divertida línea melódica del clarinete. Domínguez y Villanueva se destacaron por su precisión rítmica y jocosa interpretación.

El Duo Duplum finalizó la noche con Georgina Derbez (Cd. de México, 1968) y su obra ¡Qué alta va la Luna! (Lucia), para clarinete y percusiones. Derbez compuso la pieza por el nacimiento de la hija de Domínguez, según comentó este último.

En el inicio destacó la parte el vibráfono, muy bella y justa, en diálogo íntimo con una austera melodía del clarinete. De vez en vez el vibráfono relevaba alturas de larga duración del clarinete con arcos aplicados a los teclados, efecto de etérea cualidad. El contraste vino con gestos cortos hechos por los pizzicatti del clarinete y los bloques de madera que evolucionaron para construir un estridente clímax. Siguieron exhalaciones que aminoraron la tensión del momento anterior, el clarinete jadeaba luego del gran esfuerzo. La región grave de la marimba se asomó en un solo un tanto largo, pero interesante, que preparó el diálogo final de la pareja.

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