Obertura a Ruslán y Ludmila de Mikhail Glinka (1804 – 1857)

Uno de los aspectos más interesantes de la teoría del caos está expresado en aquel famoso proverbio chino según el cual “el aleteo de una mariposa puede sentirse al otro lado del mundo”, conocido comúnmente como el “efecto mariposa”.

Por Música en México Última Modificación marzo 1, 2021

Orquesta del Teatro Mariinsky, dirige Valery Gergiev

Uno de los aspectos más interesantes de la teoría del caos está expresado en aquel famoso proverbio chino según el cual “el aleteo de una mariposa puede sentirse al otro lado del mundo”, conocido comúnmente como el “efecto mariposa”.

Si le damos la vuelta a la idea sería algo así como “que hubiera sucedido si…”. Por ejemplo, que hubiera sucedido si Antoine Francois Marmontel, maestro de piano del Conservatorio de París no hubiera puesto en contacto a su discípulo de 18 años Claude Debussy con Nadezhda von Meck, la famosa mecenas de Piotr Ilyich Tchaikovsky, pues gracias al contacto con esta singular mujer a lo largo de tres veranos, Debussy conoció algunas de las obras de los compositores nacionalistas rusos que muy posiblemente jugaron un papel importante en el hecho de que años después se curara de su admiración por Wagner tan sólo entrar en contacto con la ópera Boris Godunov de Modest Moussorgsky (con todo lo que esto representó en la construcción de su lenguaje personal), la cual, a su vez, seguramente no hubiera existido si Mikhail Glinka —el llamado padre del nacionalismo ruso— no hubiera escrito sus óperas Una vida por el Zar y Ruslán y Ludmila.

De hecho, más allá de que Glinka, a partir de la influencia de la Grand Opéra francesa, marcara temáticamente con ambas creaciones el rumbo a dos de las tres principales vertientes de la ópera rusa, el drama histórico y el drama mágico folclórico (el tercero sería el drama burgués desarrollado por Tchaikovsky en sus óperas Eugene Oneguin y La dama de picas), musicalmente sembró en ellas (sobre todo en Ruslán y Ludmila) el germen de algunos de los aspectos que caracterizarían la música no sólo del llamado Grupo de los Cinco, sino de los compositores impresionistas; principalmente, el empleo de la escala de tonos enteros y el abandono del desarrollo de los temas según los recursos de la tradición sinfónica alemana para cultivar, en cambio, la variación de una sencilla melodía, pero a partir de explotar sus posibilidades de acompañamiento armónico (como lo que hace Debussy en muchas de sus obras, como su preludio La niña de los cabellos de lino, en el que la melodía es igual en cada una de sus apariciones, pero su sentido cambia gracias a la diferente luz armónica que la baña). Paradójicamente, en el caso de Ruslán y Ludmila, ópera basada en el cuento fantástico homónimo escrito por Alexander Pushkin, es la obertura la pieza que menos muestra las cualidades arriba mencionadas, pero la que más ha trascendido sobre todo por la belleza de sus melodías y su brillante virtuosismo.

Fuente: Roberto Ruiz Guadalajara para OFUNAM

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