Sinfonía no. 2 op. 17 “Pequeña Rusia”

Orquesta Sinónica de Detroit, dirige Leonard Slatkin   Las primeras tres sinfonías de Tchaikovsky no tienen las características autobiográficas indiscutibles de las tres posteriores. En […]

Por Música en México Última Modificación marzo 10, 2018

Orquesta Sinónica de Detroit, dirige Leonard Slatkin

 

Las primeras tres sinfonías de Tchaikovsky no tienen las características autobiográficas indiscutibles de las tres posteriores. En cambio, hay un pronunciado sentido de expresión popular que parece estar más relacionado con sus espléndidas partituras de ballet. La Segunda sinfonía representa quizá el mayor acercamiento con la filosofía artística de sus compatriotas declaradamente nacionalistas (hay citas de canciones folclóricas en los cuatro movimientos), es también la más declaradamente alegre; en ninguna parte entre todas sus obras de conciertos se muestra en tal abundancia de buen humor.

 

Cuando Tchaikovsky completó la versión original de esta pieza en noviembre de 1872 había compuesto tres óperas, pero muy poca música orquestal además de su Primera Sinfonía y la Obertura-fantasía a Romeo y Julieta. Ambas obras habían sido revisadas para entonces y cada una de ellas iba a ser sometida a una nueva revisión algunos años más tarde; la Segunda Sinfonía fue especialmente importante para él como un esfuerzo consciente y en buena medida exitoso para fortalecer su comprensión de la forma sinfónica. El estreno tuvo tanto éxito que Nikolai Rubinstein, quien la dirigió, se vio obligado a presentarla de nuevo un mes más tarde. Sin embargo, Tchaikovsky no estaba satisfecho con lo que había creado. En diciembre de 1879 escribió a su mecenas Nadezhda von Meck para decirle que estaba revisando la Segunda sinfonía.

 

En la revisión, el primer movimiento fue completamente reescrito y el Scherzo significativamente alterado. Solo el segundo movimiento se conservó en su forma original y el Finale permaneció casi inalterado, a excepción de un corte que Tchaikovsky sintió necesario para mantener el equilibrio. Su amigo Nikolai Kashkin, un destacado crítico, conservaba una preferencia por la versión anterior, pero en 1879, con El lago de los cisnes, Francesca da Rimini, la Cuarta Sinfonía y dos conciertos populares en su haber, Tchaikovsky se había convertido en un experto artesano y en general se cree que su experiencia y juicio lo impulsaron a los ajustes adecuados.

 

Fue Kashkin, por cierto, quien le dio a esta sinfonía su apodo. “Pequeña Rusia” era un término usado en aquellos días para Ucrania, y fue esa región de la que Tchaikovsky extrajo canciones populares en los dos movimientos exteriores de la obra.

 

Fuente: Richard Freed para la National Symphony Orquestra

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