Sonata para violín y piano en Mi menor K.304 – W.A. Mozart (1756 – 1791)

Kyung-Wha Chung, violín | Kevin Kenner, piano Mozart escribió alrededor de 35 sonatas para violín y piano, incluidas algunas que quedaron incompletas. La primera de […]

Por Música en México Última Modificación noviembre 7, 2015



Kyung-Wha Chung, violín | Kevin Kenner, piano

Mozart escribió alrededor de 35 sonatas para violín y piano, incluidas algunas que quedaron incompletas. La primera de ellas la compuso cuando tenía seis años y la última en 1788, tres años antes de su muerte. Sólo una es en tonalidad menor, la Sonata en mi menor, K.304, escrita en 1778 en París. La tonalidad menor ofrece una gravedad inusual en su colección de sonatas para violín y, aunque esta música fue compuesta cuando Mozart tenía sólo 22 años, es considerada universalmente como uno de sus mejores trabajos de música de cámara.

Acompañado por su madre, Mozart se partió de Salzburgo en septiembre de 1777 en busca de una posición laboral que su padre estaba seguro que le traería fama. Mozart regresó a su ciudad natal hasta 1779, y el viaje –que le llevaría de Mannheim a París y, finalmente, a Munich– fue muy poco exitoso: Mozart gastó demasiado dinero y no encontró el trabajo que buscaba. La verdadera tragedia fue que su madre enfermó y murió en París en julio de 1778. Le tocó al joven compositor mandarle noticias a su padre y luego conseguir retornar a Salzburgo con las manos vacías luego de una ausencia de 16 meses.

Sin embargo, durante ese periodo escribió siete sonatas para violín, y publicó seis de ellas en París. Las primera cuatro fueron escritas en Mannheim, mientras que las dos últimas en la capital francesa. La Sonata en mi menor es una música melancólica, llena de sentimientos profundos que estaban ausentes en las otras sonatas. Algunos comentaristas la han asociado con la muerte de la madre de Mozart, aunque no hay manera de saber si fue escrita antes o después su enfermedad.

Como otras sonatas de este ciclo, la K.304 sólo cuenta con dos movimientos. El Allegro toma su carácter del sombrío tema inicial, un unísono entre el violín y el piano. El segundo tema, anunciado por el piano, hace poco para cambiar el estado de ánimo, así que el material inicial domina el movimiento. El segundo movimiento es un Tempo di minuetto, pero la música es mucho más seria que la mayoría de los minuetos. El piano solo toca la grácil melodía de apertura y pronto esta línea es relevada por ambos instrumentos. A la mitad del movimiento, Mozart modula a mi mayor, y esta calmada sección (marcada por Mozart como dolce) es la mejor parte de la gloriosa sonata. Doscientos años luego de que fue escrita es difícil diferir de la opinión de Alfred Einstein sobre esta obra “uno de los milagros del catálogo de Mozart.”

Fuente: Eric Bromberger para Filarmónica de Los Ángeles


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