Todos los caminos llevan a la Chigiana.

Hay un momento en Italia donde las grandes capitales de la música callan: después de las gloriosas temporadas anuales, sus teatros de ópera y salas […]

Por Francesco Milella Última Modificación febrero 27, 2017

Hay un momento en Italia donde las grandes capitales de la música callan: después de las gloriosas temporadas anuales, sus teatros de ópera y salas de conciertos cierran las puertas, las escuelas de música se vacían y las tiendas de discos apagan las luces de sus apabullantes ofertas. A partir de julio, hasta finales de agosto, Milán, Nápoles, Venecia y Roma bajan de su prestigioso trono para poner al centro de la vida cultural y musical italiana una pequeña y fascinante ciudad, escondida entre las colinas de la región Toscana: Siena.

No es la primera vez que hablamos de esta ciudad: el año pasado, en el caluroso mes de julio, caminamos juntos por sus empinadas y angostas calles medievales, pasamos por el Duomo y Piazza del Campo hasta llegar a un palacio medieval discreto y aparentemente silencioso. Oficialmente es conocido como Palazzo Chigi – Saracini: pero para el mundo musical se llama Accademia Chigiana, o más sencillamente La Chigiana. Aquí nace la música protagonista del verano cultural italiano; aquí, en sus salas y pasillos, se renunen  los mejores artistas a nivel mundial  para compartir sus propios lenguajes y su arte. Y como siempre, donde hay buena música y grandes artistas, está Música en México. A partir de hoy, hasta el 20 de julio, tendremos una mirada privilegiada sobre este maravilloso mundo musical, sus actividades y sus protagonistas tanto del presente como del pasado.

Por veinte días caminaremos por dos senderos diferentes: el primero nos llevará a descubrir el “Chigiana International Festival” que cada año, como suele hacer desde 1932 en los meses de verano, ofrece inolvidables momentos de música desde el barroco hasta el repertorio contemporáneo. El año pasado todo comenzó con las maravillosas adaptaciones de las estaciones de Vivaldi hechas por el compositor británico Max Richter para dar vida a un verdadero clásico inesperado. Como en 2015, también en esta ocasión la Accademia Chigiana decidió mantenerse en la contemporaneidad pero con una nueva, diferente intención: buscar el espacio del sonido, crear estructuras arquitectónicas en la realidad intangible y abstracta de la música. Nadie mejor que el dúo compuesto por el artista australiano Ben Frost y el músico islandés Daniel Bjarnason para comenzar este viaje. Protagonista del estreno será Music for Solaris, la nueva banda sonora (re)compuesta por el dúo Frost – Bjarnason para la obra maestra del cine ruso Solaris (1972), del director Andreij Tarkovskij. Seguirán, los días siguientes, nuevos momentos musicales que nos llevarán desde las angustias musicales de Kurtág hasta un misterioso diálogo entre Salvatore Sciarrino, enigmático compositor contemporáneo, y Domenico Scarlatti, para terminar con un momento de action painting con músicas de Jolivet y Crumb, acompañados por la pintora finlandesa Tiina Osara.

Un sengundo camino nos llevará a descubrir el pasado de la Chigiana, un pasado glorioso poco conocido incluso en Italia y que, la verdad, merece ser descubierto para todos los que aman la música y su historia en general. A partir de los años veinte del siglo pasado, esta fascinante institución, guiada por el carismático Conde Guido Chigi Saracini, supo imponerse en el panorama musical internacional por la indiscutible calidad de los artistas y la novedosa fuerza de su oferta musical. En las salas del Palazzo Chigi – Saracini, Italia y todo el mundo occidental tuvieron el privilegio de escuchar por primera vez en estreno mundial obras de Vivaldi, olvidadas y desconocidas hasta ese entonces; de Alfredo Casella, Sergej Prokofiev, Anton Webern y Maurice Ravel, y de hospedar a artistas y maestros como el pianista Alfred Cortot, el chelista Pau Casals y el director de orquesta Franco Ferrara.

Por estos dos caminos, queridos lectores, entraremos en el mundo de la Chigiana, un mundo pequeño y acogedor pero revolucionario, que en menos de un siglo logró cambiar la historia de la música. Hoy, muchas cosas han cambiado, nuevos estilos, nuevos músicos y nuevas composiciones. Una sola verdad sigue siendo, después de tanto tiempo, la misma: todos los caminos musicales llevan a Siena.

Francesco Milella para Música en México

Frost – Bjarnason: Music for Solaris

Francesco Milella
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