Vísperas solemnes del confesor – Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)

Ensamble Pygmalion – Raphaël Pichon Las Vísperas solemnes del confesor fueron escritas en 1780, el año siguiente en que Mozart regresó a su ciudad natal […]

Por Música en México Última Modificación octubre 22, 2015



Ensamble Pygmalion – Raphaël Pichon

Las Vísperas solemnes del confesor fueron escritas en 1780, el año siguiente en que Mozart regresó a su ciudad natal para tomar con reticencia el puesto de organista de la corte de Jerónimo de Colloredo, el Príncipe-Arzobispo de Salzburgo. Sus deberes incluían tocar en la catedral, en la corte y en la capilla, además de ser director del coro infantil. Durante este periodo, Mozart compuso la Misa Coronación y dos hermosos ciclos de Vísperas, junto con la Misa Solemnis y el Regina coeli. Aún con toda esta carga, Colloredo no estaba satisfecho. Nombró a Michael Haydn organista de la corte y la catedral en 1782 en lugar de Mozart dado que “mostró más diligencia… y compuso música más seguido para nuestra catedral.” Quizá fue la abundancia de obras instrumentales y teatrales que compuso Mozart durante el periodo que derivó en la insatisfacción de Colloredo, porque estas composiciones no se escucharían en la corte: el Concierto para dos pianos, la Sonata para piano y violín, y las Sinfonías K 318, 319 y 338, la Serenata K 320, el Divertimento K 334, la Sinfonía concertante para violín y viola, junto con la música incidental para Thamos, König en Ägypten y Zaide.

Estrenada en la espléndida catedral de Salzburgo en 1781, las Vísperas solemnes del confesor es una secuencia jubilosa de salmos tradicionales para este tipo de celebraciones. Mozart escogió los Salmos 110-113, 117 y el Magnificat, y reservo la instrumentación completa –fagot, dos trompetas, tres trombones, timbales, violines, órgano y continuo– para las secciones del “Dixit” y “Magnificat.” La presencia de las trompetas y los tambores sugieren que la obra estaba pensada para su el día del Festum Pallii, una importante celebración en Salzburgo.

La obra no tiene movimientos orquestales y solo hay un movimiento para solista: el bellísimo “Laudate Dominum” para soprano, cuerdas, organo y fagot. Para alguien a quien se le ha tildado en ocasiones de un espectro limitado, la diversidad de estilos usados por Mozart es sobresaliente. Del estilo casi sinfónico del “Dixit Dominus” y el “Confitebor” al dramático ensamble operístico del “Beatus vir,” al estilo de escritura antico del “Laudate pueri,” el compositor de veinticuatro años emplea admirablemente su imaginación y habilidad. El “Laudate Dominum” contiene una de las melodías mozartianas más bellas y memorables; un aria operística digna de la misma Condesa Rosina. Mientras que en el “Magnificat” uno imagina a la Virgen María diciendo a Isabel que pronto sería madre del hijo de Dios. A lo largo de la pieza Mozart siempre es cuidadoso con el texto que está musicalizando. Un ejemplo entre muchos es la manera en que monta “et divites dimissit inanes” (ha despedido a los ricos con las manos vacías) en el “Magnificat,” donde, luego de un acorde de séptima disminuida, la música –y los ricos– se aleja sin rumbo fijo. La música rebosa de tal inventiva artística, que el escucha queda fascinado con su riqueza y profundidad. Las Visperas es de las últimas piezas que Mozart escribió en Salzburgo y representa magnificamente su legado musical en esa ciudad.

Fuente: Dr. Nalini Ghuman en choranova.org


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