Sinfonía no. 4 op. 36

Tchaikovsky era un soltero apuesto en la década de 1870, y su música apasionada atraía a muchas mujeres jóvenes a sus clases en el Conservatorio de Moscú. Él apenas las notaba, aun cuando ocasionalmente recibiera cartas de amor de las jovencitas que tenía en sus clases. Una de estas mujeres fue más persistente que el resto, Antonina Milyukova estaba obsesionada por su declarado amor por el compositor y estaba decidida a convertirse en su esposa a toda costa. Cuando Tchaikovsky recibió una carta de ella, apenas recordaba quién era, a pesar de que la muchacha se había graduado apenas cinco meses antes. Antonina le declaraba su amor y su admiración y le rogaba encontrarse con él. Para su eterno arrepentimiento, Tchaikovsky respondió la carta y accedió a la cita.