Los grandes éxitos del teatro de revista (II)

El Teatro Principal y sus famosas tandas de opereta o zarzuela, a los actores, cantantes y personajes preferidos de la primera década del siglo XX

Por Música en México En abril 22, 2022

Dentro de esta semblanza, no podrían dejar de mencionarse al lado del Teatro Principal y sus famosas tandas de opereta o zarzuela, a los actores, cantantes y personajes preferidos de la primera década del siglo XX. Un actor consentido del público fue Anastasio Otero “Tacho” que en el año 1910 era el mejor intérprete de los tipos del pueblo bajo mexicano, en particular el pelado arrabalero, y puede considerarse un precursor del personaje de “Cantinflas”. Él estrenó en 1904 el “payo” de Chin chun chan; y además de este personaje, inventó un charro muy gracioso en la revista Fiat de José F. Elizondo, así como un peladito arrabalero en El pájaro azul; trabajó en el Teatro Principal y en el Lírico, y al lado de Lupe Rivas Rivas Cacho creó todo una gama de personajes populares.

En los teatros de barriada, en donde se estaba el género mexicano, surgieron otros personajes típicos que serían revividos en épocas posteriores. Emilia Trujillo, primera gran tiple mexicana, dio realce a personajes de chinas, peladitas e inditas. Su “borrachita” de la revista México nuevo sirvió de modelo de infinidad de invitaciones. Pero la tiple cuyo recuerdo persiste a través del tiempo es sin duda la cantante española María Conesa, cuya presencia constante en los teatros ligeros de México duró más de cuatro décadas.Esta artista, toda una leyenda, célebre por su gracia escénica y agradable voz, tuvo la impecable costumbre de incluir en su repertorio y desde su primer gira, un amplísimo muestrario de canciones mexicanas.

El repertorio de los teatros ligeros, hasta 1911 permanece más o menos ligado a los estilos y modas establecidas en el género. Una revista estrenada en 1904, constituyó el prototipo de lo que sería la típica producción de revista: la obra Chin chun chan, con música del español Luis G. Jordá y texto de José F. Elizondo; ingeniosa comedia de errores en un hotel de la ciudad de México con la cómica presencia del embajador de China en México, Chin chun chan obtuvo un éxito inmediato y tan duradero en los teatros de revistas, que se sigo programando hasta el año 1946.

Cuándo se habla del teatro de revista, la mayoría de los aficionados piensa en una representación con sketches más o menos improvisados, intercalados con una carretada de canciones. En realidad lo que dio a llamarse “teatro de revista”, abarca muy diferentes géneros estilos e intenciones. Por un lado y en un lugar preponderante, se encontraba la obra de contenido político. Su crítica sagaz, su burla despiadada que durante tantos años sufrieron, a veces con estoicismo y otras con impaciencia, los hombres públicos mexicanos, nos da la medida del grado de libertad de expresión y crítica o total ausencia de ella que existió durante los diferentes gobiernos.

La revista México nuevo fue la primera obra de contenido político y como resultado fueron a dar a la cárcel sus autores, Ortega y Fernández Benedicto. Tenemos referencias de una obra puesta en 1907 titulada Rebelión, cuyo tema inspirado en la explotación de los peones del estado de Yucatán, obligó a salir de México a sus autores, Lorenzo Rosado y Arturo Cosgaya. Otra obra del mismo tenor y perseguida igualmente fue la zarzuela En la hacienda (1907) de Federico Carlos Kegel, con música de Roberto Contreras. Su tema era revolucionario y con un tono apasionado llevaba a escena el maltrato de los peones y justificaba el asesinato de un hacendado abusivo.

Al lado de la crítica social, también se hicieron obras que presentaban la alternativa política del maderismo. Dentro de este grupo, hicieron época parodias como el Tenorio maderista porque aparecían Madero, Bernardo Reyes, Porfirio Díaz y otros personajes del momento.

Los años más violentos de la Revolución no dejaron de ser glosados en revistas que, aparentando ligereza y despreocupación, no dejaban de arriesgarse tomando partido por uno u otro bando. El 14 de mayo de 1913, en pleno huertismo, José F. Elizondo y el músico Rafael Gascón estrenaron El país de la metralla. Tras de estruendoso éxito en numerosas representaciones, Elizondo se vio forzado a huir a La Habana a tiempo que Gascón, oculto en su domicilio, perdió la razón y falleció poco después. El anecdotario de las obras comprometidas políticamente, contiene también episodios tan chuscos como la aparición del propio Emiliano Zapata en una representación de la revista El terrible Zapata, con la consiguiente desbandada general de actores y público.

A partir de 1920, fue menos peligroso atacar a los políticos de primera fila; Adolfo de la Huerta protegió a la revista política. La comedia de Gus Aguilar La huerta de don Adolfo, con música del “Muerto” Palacios marcó un estilo en el que la burla y la gracejada iban de la mano con el interés de las canciones que pronto serían populares. La canción Mi querido capitán de Alfonso Palacios, cantada por la tiple Celia Montalván en El jardín de Obregón (1920-1921) es un buen ejemplo en ese sentido.

La revista política no se detenía ante nada; tanto se abocaba a solucionar El problema presidencial (Celia Montalbán, 1923) como criticaba Las calles de don Plutarco (1923), o clamaba divertida Se solicitan callistas. En 1935, la recién creada compañía de revistas de Joaquín Pardave, abrió el fuego con varias críticas de asuntos candentes del periodo cardenista: El peso murió, Camisas rojas y Educación socialista, a tiempo que la compañía de Roberto Soto presentaba en el Teatro Lírico El caníbal de Tabasco (1935), La resurrección de Lázaro (1935) y Laza los Cárdenas (1936).

El avilacamachismo marcó el final del género de crítica y la tolerancia de los hombres políticos a sus menciones no programadas. En el teatro Salón Colonial, Los barberos de don Manuel y Los corridos de Maximino ocasionaron la clausura temporal del teatro. Y en el terreno de las oposiciones, el nunca declarado asesinato del músico y director de revista Manuel Castro Padilla, el 23 de agosto de 1940, tuvo visos de venganza política.

Un atento recorrido de la programación de los teatros de revista de 1920 a 1944 nos proporciona la más rica y completa que pudiera desearse de las costumbres, modas, problemas sociales y ritmos cambiantes de la época.

Así, en 1922, el Lírico presentó La reina del fonógrafo, mientras que la compañía de la Conesa presentaba La falda corta, Su majestad de Shimmy y Roberto Soto Ay qué chulo es el divorcio. En 1927 Roberto Soto se burlaba de la popularidad del cantante norteamericano Al Jolson con Tengan su Sonny boy.

A partir de los años 20, la canción fue la dueña y señora del ambiente. En el apogeo de la canción comercial y la revista se convirtió en el principal escaparate de ellas. Al lanzarse las canciones de moda quedaron tan inextricablemente unidas a la revista en que habían hecho su aparición, que las editoriales indicaban siempre en la portada de la edición de la revista que le había hecho famosa. De esta manera se hicieron famosas la Rumba de los monaguillos, que Lupe Rivas Cacho cantó en El calendario del año; El sombrero Jarano y el tango La alegría de vivir que hizo célebre Celia Montalván en El país de la ilusión. En la mayoría de las ocasiones, el título de la obra no tenía nada que ver con el contenido y el carácter de la canción, tales el caso de Coqueta de Federico Ruiz de la revista Ya apareció la cadena y el mono no y los fox-trot Amor amor y Guardia blanca de Emilio de Uranga para la revista El rataplan, pero no por ello dejaba de mencionarse la revista correspondiente.

Fuente: Moreno Rivas, Yolanda. Historia de la música popular mexicana, Alianza Editorial Mexicana, 1979.

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