Teatro del Palacio de Drottningholm
Con su esposo aparentemente ahogado en el mar, una emperatriz intrigante asegura el trono para su hijo de otro matrimonio. Pero el comandante del ejército tiene otras ideas, y luego el emperador regresa, vivo.
El Teatro del Palacio de Drottningholm, ubicado en Estocolmo, Suecia, es uno de los pocos teatros del siglo XVIII en Europa que todavía se utiliza como teatro con maquinaria escénica original. El hermoso telón rococó es el punto de partida de esta producción de Agrippina. El vestuario y la escenografía de Bente Lykke Møller sitúan a los personajes masculinos con togas grises, junto a Agrippina y Poppea, que viajan a través de los siglos a la moda femenina (en colores discretos, con maquillaje y pelucas de Sofia Ranow). Este viaje se detiene para cerrar la brecha entre la intrigante heroína y las figuras del mundo actual. Si no política, la producción del director Staffan Valdemar Holm es ciertamente cómica, construida alrededor de la egomanía de una de las protagonistas femeninas más escandalosas de la ópera, cantada por la estrella sueca, Ann Hallenberg. El joven Handel puso en Agrippina toda la gama de su asombrosa imaginación, configurando un libreto a la vez hilarante, conmovedor e inteligente. El director de orquesta y clavecinista italiano Francesco Corti, colaborador habitual de las orquestas Les Musiciens du Louvre e Il Pomo d’Oro, preside una orquesta que ejecuta una música rebosante de originalidad y diversión, así como momentos cuidadosamente meditados de gran belleza.
Fuente: OperaVision
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