El célebre pianista y escritor sobre temas musicales, Alfred Brendel (1931) escribe un agudo comentario sobre la forma en que no se debe armar el programa de un recital, por ejemplo, de piano:
“Una vez vi el anuncio de una velada de piano en la que comenzaba con la Sonata no. 32, op.111 de Beethoven. Seguía a continuación la Sonata en si menor de Liszt y además se había suprimido debidamente el nombre del pianista. No es absolutamente inadmisible interpretar seguidas obras muy contrastadas. (Yo mismo programé las Rapsodias de Liszt con algunas obras de Bach y las Variaciones Diabelli de Beethoven). Sin embargo, resulta del todo inadmisible colocar como pieza de comienzo la última sonata de Beethoven que cierra la serie de sus 32 sonatas para piano y que conduce inapelablemente al silencio. La elección de un programa semejante indica claramente que el intérprete no ha comprendido el sentido de la obra.
“Por lo demás, los programas dependen de algunas consideraciones de índole práctica y artística. Son imaginables muchas posibilidades. No obstante, me gustaría advertir aquí sobre la impropiedad de una sucesión de obras en la misma tonalidad, por no hablar de una velada entera. Una vez escuché una tras otra las dos grandes sonatas en si bemol mayor, la de Beethoven op.106 y la de Schubert D960 y comprendí entonces que también hay obras maestras que son incompatibles.
Un pianista que había leído un ensayo que escribí sobre la música cómica compuso un programa entero exclusivamente con piezas cómicas. Lo que tal vez resultaba encantador sobre papel, no funcionó en la práctica.
En lo que se refiere a la duración, el concierto debería dividirse en dos mitades de unos 40 minutos cada una, pero también puede haber excepciones , como es natural”.
Fuente: Alfred Brendel, De la A a la Z de un pianista. Un libro para amantes del piano. 3ª. Ed. Traducción de Jorge Seca. Ilustraciones de Gottfried Wiegand. Acantilado, Barcelona, 2013.
Comentarios