El hijo pianista/compositor de Mozart, Franz Xaver Wolfgang, que contaba cinco meses al fallecer su padre, poseía un gran talento, pero la sombra de su padre se proyectó tan arrolladoramente sobre su vida que nunca se atrevió a explotarlo, siempre preocupado por no mancillar el apellido de la familia. Es triste que tanta gente próxima a Mozart sufriese por ello y ¡es que puede que se quemasen por acercarse demasiado al sol! Hoy tenemos más suerte, podemos exponernos a sus gloriosos rayos. Y tres ciudades, Salzburgo, que él trató de ignorar; Viena, que trató de ignorarle a él; y Praga, el único lugar donde realmente le estimaron en vida, hoy en día se hacen de oro con los turistas que abarrotan cualquier edificio turístico relacionado con Mozart. Hay incluso un mazapan llamado ¡el Mozartkugel! Puedo imaginar lo que habría dicho él al respecto: “¡Qué dulce!”.
Fuente: Steven Isserlis, Por qué Beethoven tiró el estofado, y muchas más historias acerca de la vida de los grandes compositores, Antonio Machado Libros/Scherzo fundación, Madrid, 2011
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