Carmen Maldonado y Ángel Florido protagonizaron un mano a mano de creadores de sonido en el concierto Duelo de tambores (y otros objetos percutidos), en el que un par de zapatos, amortiguadores de auto, una tabla o el cuerpo mismo se transformaron en instrumentos de experimentación en la música contemporánea.
Los dos percusionistas prepararon “un programa muy interesante y variopinto, con piezas mixtas instrumentales que emplean objetos, instrumentos y recursos escénicos”, describió el artista sonoro Carlos Iturralde, antes de la presentación que formó parte del festival Diferencial: Música Nueva, en el Centro Nacional de las Artes (Cenart), en su segunda edición. La noche del sábado en la sala Blas Galindo, los jóvenes músicos ejecutaron seis piezas contemporáneas, escritas en el siglo XXI y una en la centuria pasada.
El colaborador en la coordinación de Diferencial comentó en entrevista que “la idea del festival es dar cauce a propuestas que en otro tipo de encuentros no tendrían cabida. Los programas están integrados por obras que no suelen ejecutarse muy seguido, con creadores que tiene planteamientos interesantes y alternativos”.
Con el estreno en México de Acoustic Fields, composición de Tania Rubio, el canto nocturno de los insectos avanzó entre la penumbra de la sala, dos pequeñas luces dispersas se movieron por el espacio y transportaron el sonido agudo del triángulo por él área. La obra está inspirada en la ecolocalización de los murciélagos y el comportamiento sonoro en espacios reverberantes.
Carmen Maldonado y Ángel Florido portaron lámparas sobre el rostro y el instrumento en mano para encontrarse en esta pieza, la única en la que participaron a dúo y con la que cerró el concierto. Antes, intercalaron su presencia en el escenario con la sucesión de piezas.
Unas zapatillas rojas, enfocadas bajo un haz de luz, cobraron vida como poseídas por un fantasma. Caminaron por la oscuridad y bailaron. Sin embargo, no se trató de un evento sobrenatural ocurrido frente al público de las butacas rojas de la sala Blas Galindo, sino de Carmen Maldonado dando vida a la pieza Cinderella, que la compositora neerlandesa Mayke Nas concibió en 2018. El teatro, el video, el texto y la coreografía son con frecuencia parte de sus obras. En este caso, los tacones activan la imaginación con la escucha.
Con esta obra se inició la ejecución de siete piezas de un programa que también incluyó Birkham Studies, de Robin Hoffman; Here and There, de Roger Reynolds; Mani De Leonardis, de Pierluigi Billone; Temazcal, de Javier Álvarez Fuentes, y Abismos, de Florido.
Ángel Florido, percusionista mexicano con formación en música académica y popular, utilizó una pipa percutida con la boca para emular el sonido del urogallo negro; en otro momento los instrumentos fueron cuatro suspensiones para coches y autobuses, así como dos cuentos de cristal; en la pieza de su autoría empleó herramientas electrónicas para recrear una pesadilla y el miedo al vacío.
Los versos de Samuel Beckett, recitados en inglés, se fusionaron en la obra de Reynolds, quien la compuso en 2019 para bombo, tam tam, güiro gigante y vibráfono, golpeados por Maldonado, quien posiciona al instrumentista como actor en medio de cualquier sonido. Más adelante, al tomar las maracas en una parte acústica, entre arpas de sabor veracruzano y el canto de los pájaros gracias a un soporte electrónico, se rindió un homenaje a Javier Álvarez Fuentes, compositor mexicano fallecido recientemente.
Fuente: Alondra Flores Soto, en La Jornada.
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