Matías Gómez-Sáenz, pianista y fortepianista mexicano radicado en Países Bajos, se presentó el pasado sábado 28 de septiembre en el marco del 27 Festival Internacional de Piano En Blanco y Negro. Música en México charló con el jóven intérprete sobre esta ocasión.
MM: Hola Matías, muchas gracias por aceptar esta entrevista ¿Cómo elegiste el programa que interpretaste en el Festival En Blanco y Negro?
MGS: Uno de los ejes temáticos de esta edición del Festival está orientado hacia las danzas del mundo. Por ello elegí tocar durante la segunda parte del programa dos suites o conjuntos de danzas contrastantes entre sí, el Sexto órden para clavecín de François Couperin y las Seis danzas armenias de Komitas Vardapet. Dado que llevo un tiempo especializándome en la interpretación históricamente informada, especialmente en el fortepiano y en música del s. XVIII, opté por buscar un repertorio con danzas menos tocadas.
La de Couperin es una suite con movimientos afines a las danzas barrocas, pero con nombres muy curiosos añadidos por el compositor –por ejemplo, una Allemande de sobrenombre “La Laborieuse”–. La segunda suite es la de Vardapet, compositor armenio, cuyo trabajo etnomusicológico es similar al de Bartók en el rescate de la música tradicional de su país y su región. Ambas obras ofrecen un contraste interesante, por ejemplo, el trabajo de Komitas Vardapet es menos occidental, se origina en otras latitudes.
En la primera parte del concierto toqué dos sonatas de Mozart en un fortepiano y la segunda mitad las suites en un piano moderno.
MM: ¿Cómo nació tu interés por los instrumentos del s.XVIII y la interpretación históricamente informada?
MGS: Siempre me interesé por la música antigua, a través de figuras como Jordi Savall o Ton Koopman, pero yo comencé como pianista estudiando en el Conservatorio Nacional de Música. Luego me fui a Holanda, donde llevo viviendo seis años. Estudié la licenciatura en piano moderno en Utrech y hacia el último año de mis estudios tomé un curso con el pianista y fortepianista Artem Belogurov sobre pianos históricos. A partir de esa experiencia comencé a llevar los dos instrumentos a la par. El repertorio del fortepiano que tocaba era de inicios del clasicismo, por ejemplo, obras de C.P. E. Bach o Daniel Gottlob Türk, quienes además de grandes compositores, eran grandes tratadistas. Por ello, su música está llena de detalles en articulaciones y ligaduras, son grandes pedagogos de esos instrumentos. Después fui ampliando el repertorio hacia el siglo XIX con compositores poco menos conocidos como John Field.
Ahora estudio una maestría en pianos antiguos en Amsterdam con la maestra Olga Pashchenko, con quien estoy muy contento y continúo ampliando mis conocimientos de esta especialidad interpretativa.
Matías Gómez-Sáenz, fortepiano
MM: ¿Cuáles son las diferencias entre un fortepiano y un piano moderno?
MGS: Son dos instrumentos distintos y por lo tanto dos filosofías interpretativas muy diferentes, simplemente por la manera en que están construidos. El piano es mucho más pesado, necesitas entre 50-60 gr. para bajar una tecla y en el fortepiano necesitas unos 15gr. Desde ahí te das cuenta que necesitas un acercamiento totalmente diferente.
MM: ¿Qué vigencia y qué futuro tiene la interpretación en los instrumentos originales, instrumentos para los que esa música fue compuesta?
MGS: Para hacer música antigua no basta tomar el instrumento y ejecutar una obra de cierta época en él. No se puede simplemente trasladar una obra de Mozart al fortepiano y esperar que eso funcione o sea suficiente. Este movimiento comenzó desde mediados del siglo pasado dentro del campo de la música antigua, con grandes músicos como Malcom Bilson o Robert Lewin. Era música interpretada con los valores estéticos del siglo XX, pero en instrumentos antiguos. Sin embargo, después de los años setenta, a raíz de una crítica del musicólogo Richard Taruskin, se comienza a buscar encarnar los valores y las técnicas a partir de las evidencias originarias. Es el caso de las grabaciones de pianistas del s. XIX, por ejemplo, las de Carl Reinecke, quien es un referente de cómo se debe tocar Mozart, dicho por gente que escuchó tocar a Mozart. Esta es una fuente verdaderamente autorizada. Sus grabaciones muestran valores estéticos totalmente diferentes. Las manos no siempre están juntas, la izquierda entra un poco antes que la derecha hacia el inicio de los compáses, hay mucha agógica y ciertas licencias. Con esa referencia, más la información de los tratados, se intenta construir una perspectiva de interpretación tan cercana a Mozart tanto como es posible.
De hecho, previo al concierto del sábado, daré una charla sobre grabaciones antiguas y este tipo de temas, para quien esté interesado. Hay grabaciones de Saint-Saëns, Leschetizky, Joachim o Brahms que son testimonios importantes del modo de tocar de sus respectivas épocas. Se trata de utilizar los instrumentos antiguos con los criterios estéticos de ellos, pero sin olvidar la voz propia.
MM: Muchas gracias Matías por el tiempo que nos concedes y te deseamos mucha suerte en esta ocasión.
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