En el marco del ciclo de conferencias-concierto Músicos y Medicina, dedicado al análisis de las historias clínicas de grandes compositores, El Colegio Nacional (ECN) albergó en la tarde de ayer la sesión dedicada al compositor húngaro Franz Liszt (1811 -1886). La actividad fue coordinada e impartida por el médico e investigador Adolfo Martínez Palomo, integrante de ECN.
Franz Liszt, considerado “el pianista más extraordinario de la historia”, según apuntó Martínez Palomo, nació en el pueblo de Raiding, perteneciente a la parte de Hungría que al término de la II Guerra Mundial fue cedida al Imperio austríaco. Es por ello que el músico jamás habló húngaro con fluidez; sus lenguas fueron el alemán y el francés.
Heredó su inclinación musical de su padre, Adam Liszt, funcionario de la corte de Nicolás II de Esterházy, aficionado al piano, el violín, el violonchelo y la guitarra. A los siete años recibió sus primeras lecciones de piano y a los ocho empezó a componer de manera elemental.
En 1820, a la edad de nueve años, comenzó a realizar conciertos y su padre consiguió fondos de la nobleza para la educación de Franz en Viena a manos de Karl Czerny, discípulo de Beethoven y Hummel. También estudió composición y contrapunto con Antonio Salieri en la época en la que fue director musical en la corte vienesa. A los trece ya era considerado “uno de los grandes pianistas europeos”, tal como especificó el integrante de ECN.
A los 16 años el joven Liszt sufrió el primero de los golpes que marcarían una vida azotada por los vaivenes emocionales: su padre murió de fiebre tifoidea mientras él estaba de gira por Europa, un hecho que le causó graves problemas económicos, puesto que tuvo que asumir el papel financiero de cabeza de familia. A pesar de que tuvo que vender su piano e impartir clases a familias aristocráticas, ello no le impidió llegar a convertirse en un músico de renombre en muy breve tiempo, inspirado por el virtuosismo del violinista Niccolò Paganini y al nivel de grandes figuras de su época como Chopin y Berlioz.
De 1833 a 1844, Liszt mantuvo una relación tormentosa con la condesa Marie d’Agoult, con quien tuvo tres hijos, Blandina, Daniel y Cósima — esta última llegaría a ser esposa de Richard Wagner —.
Entre 1840 y 1847, Liszt decidió hacer giras de conciertos por Europa. El músico, que inventó el recital de piano tal y como se conoce hoy en día, llegaría a realizar más de 1000 conciertos, según detalló Martínez Palomo, causando revuelo en sus actuaciones y dando lugar al fenómeno de la “Lisztomanía”. “Liszt podría considerarse el primer artista pop de la historia”, indicó el colegiado.
En 1847 Liszt conoció a la princesa Carolyne zu Sayn-Wittgenstein, con la que inició un romance y le convenció para trasladarse a Weimar, donde el pianista logró explotar su creatividad como compositor durante sus siguientes trece años de vida. Debido a las grandes catástrofes que acuciaron su vida personal, como la muerte de sus hijos Daniel y Blandina, y a la imposibilidad de unirse en matrimonio con la princesa zu Sayn-Wittgenstein, Liszt terminará exiliándose en el monasterio de la Virgen del Rosario, a las afueras de Roma, donde estableció su residencia y se convirtió en abad.
A partir de los 58 años decidió iniciar su vida trifurcada, a caballo entre Roma, Weimar y Budapest y se dedicó fundamentalmente a la labor docente y a la composición. “A diferencia de la música viva y exuberante de su juventud, en la vejez sus composiciones se vuelven oscuras y depresivas”, describió Martínez Palomo, “aunque hoy día estas piezas son consideradas por los expertos como la prefiguración de la música moderna del siglo XX”.
La declinación física de Liszt se inició en 1881 por una caída en las escaleras de un hotel en Weimar. A partir de entonces, se manifestaron dolencias como la hidropesía, el asma, el insomnio y se agudizaron sus cataratas. A los 74 años ya estaba casi ciego, tenía grandes dificultades para leer, escribir, caminar y realizar las tareas más cotidianas. Finalmente, falleció a causa de una neumonía derivada de sus problemas cardíacos, el 31 de julio de 1886 en Bayreuth, donde se encontraba atendiendo un festival al que había sido invitado por su hija Cósima.
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