Henri Dutilleux: un clásico contemporáneo

El compositor francés, Henri Dutilleux (1916-2013) intenta conseguir un ambiente misterioso a través de una expresión sonora moderna y fácilmente perceptible. Dutilleux parte del hecho […]

Por Música en México Última Modificación febrero 27, 2019

El compositor francés, Henri Dutilleux (1916-2013) intenta conseguir un ambiente misterioso a través de una expresión sonora moderna y fácilmente perceptible. Dutilleux parte del hecho de que la música en sí misma, posee una naturaleza mística de la que adolecen las otras artes, de forma que lo irracional y lo etéreo, incluso la pureza, se convierten en elementos fundamentales de su obra. El Concierto para violonchelo y orquesta es casi una declaración de principios: el mismo subtítulo de la pieza está tomado de un poema de Baudelaire (Todo un mundo lejano) y las cinco secciones (“Enigma”, “Vértigo”, “Marejadas”, “Espejos”, “Himnos”) se convierten en claras alusiones al universo sonoro de Debussy: evocación de un mundo ignoto, imaginario, poblado de sueños.

Hay siempre en Dutilleux una clara idea de la fantasía sonora: la oscuridad como algo determinante de la gravedad de un fenómeno o una situación y como suceso particularmente extraño, efímero. En Dutilleux, existe la convicción de que en el ritmo de la vida del hombre hay un momento en el que se es más susceptible a esas voces extrañas y fantasmagóricas: es la noche.

Y la noche será la referencia directa de dos de sus obras principales: el cuarteto Ainsi la nuit y Timbres, espace, mouvement .

El recorrido musical de este genio lamentablemente poco conocido en España y Latinoamérica, comienza, como en tantos otros maestros, con tempranos estudios de solfeo y piano. Tras el final de la Primera Guerra Mundial, su familia se trasladó a Douai, en el norte de Francia. Inscrito en el conservatorio de la localidad, su talento desbordante no tardó en atraer la atención del director del establecimiento. El primer premio del Conservatorio de París en 1933, y el Grand Prix de Rome (1938) de composición son algunos jalones tempranos de los incontables reconocimientos que obtuvo: era miembro de la Real Academia de Música de Londres, en 2004 recibió la Gran Cruz de la Legión de Honor y en 2008 la medalla de oro de la Royal Philharmonic Society.

Dutilleux era un artista versátil que no solo plasmó su peculiar universo sonoro en partituras destinadas la sala de conciertos, sino que, sobre todo al inicio de su carrera, dotó de bandas sonoras a películas y puso música a obras de teatro o ballets. Pero fue tras las II Guerra Mundial, que había interrumpido sus estudios en Roma, cuando empezó a dar la verdadera medida de su calado artístico y su voluntad de experimentación, que se refleja característicamente en el abandono de la habitual agrupación orquestal por secciones de instrumentos. Así, por ejemplo, en su Primera sinfonía (1950) subdivide la orquesta en dos grupos independientes, dando a cada instrumento casi un rango de solista. Una disposición semejante adopta en su Segunda sinfonía, Le double (1959), en la que independiza una sección de doce instrumentos, a los que trata como una orquesta de cámara, articulando un diálogo entre esta y el resto de la formación. También es singular la escritura orquestal de otra de sus composiciones más interpretadas, Métaboles (1965). En todas estas obras, la forma en que reinterpreta la dialéctica entre instrumentos da a su música una textura sonora única.

En 1970 presentó en el Festival Internacional de Arte Lírico de Aix-en-Provence su obra Tout un monde lointain, un concierto para violonchelo y orquesta que le había pedido Mstislav Rostropovich, al que había conocido en los años sesenta. La obra, una de las partituras para chelo más bellas del siglo XX, transporta al oyente a un imaginario por momentos inquietante y distópico. No en vano, Bartók e Stravinsky figuran entre las referencias musicales del compositor. Otra de sus grandes partituras para instrumentos de cuerda es el concierto para violín L’arbre des songes (El árbol de los sueños), encargo de Isaac Stern, que lo estrenó en 1985.

Alejado de manierismos escolásticos y dogmatismos estériles, Dutilleux fue un artista sumamente culto y receptivo a las corrientes más diversas, del serialismo al jazz, sin que ninguna se impusiera a su talento original ni rompiera la unidad creativa de su obra. Como inspiración para sus partituras, bebía en las fuentes más diversas, fueran musicales o literarias: como ya se señaló, Tout un monde lointain toma su título de un verso de Baudelaire, cuyos “armónicos más íntimos y secretos”, según confesó el compositor, trata de reproducir musicalmente; también se inspiró en poemas de Rilke y musicó textos del disidente ruso Alexander Sholzenitsin o fragmentos de la correspondencia entre el pintor Vicent Van Gogh y su hermano Theo. Otra de sus obras, Memoria de las sombras, está compuesta como homenaje a Ana Frank.

Aunque escribió música para piano —primero para su esposa, Geneviève Joy, aunque la integral de su obra la grabaría Anne Queffélec—, para orquesta, ballet, instrumentos solistas y música de cámara, Dutilleux no fue un compositor prolífico. Además, pese al reconocimiento de que disfrutó precozmente, destruyó o se distanció de la mayor parte de sus composiciones tempranas, a las que consideraba excesivamente deudoras del modelo de Ravel: catalogó como su Opus 1 la sonata para piano que compuso entre 1946 y 1948. Sin embargo, ninguna de sus obras mayores es epigonal y todas han dejado una huella profunda en la música contemporánea.

El 22 de enero de 2013, fecha de su último cumpleaños, la Filarmónica de Radio France, dirigida por su antiguo alumno Esa-Pekka Salonen, rindió un homenaje al casi centenario compositor. A la alegría de la celebración se sumó la de ver reeditadas sus Correspondances.

Fuentes: Francisco Ramos, La música en el siglo XX, Madrid, Turner Música, 2013; Juan Peces, Henri Dutilleux, un clásico contemporáneo, en El País, 2013.


La Orquesta Sinfónica Nacional tocará la Sinfonía núm.2, Le Double, de Dutilleux, el viernes 6 de marzo (20:00) y el domingo 8 (12:15), en un programa que también incluye el Concierto para la mano izquierda de Ravel (Joaquín Achucarro, solista) y la Suite Pélleas y Melisande, de Debussy. Dirige Carlos Miguel Prieto.

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