Ópera Nacional de París
Tres colores, tres atmósferas, tres registros. Y, sin embargo, Puccini concibió este tríptico como un todo desde el principio. Entrelaza estas tres óperas de un solo acto, desde Il tabarro, un drama pasional ambientado en los muelles del Sena a principios del siglo XX, hasta Gianni Schicchi, una farsa burlesca ambientada en la Florencia medieval, y Suor Angelica, una tragedia mística ambientada en un convento del siglo XVII.
El director Christof Loy, en su debut en la Ópera de París, coloca estas obras en un orden inusual, progresando de la comedia al drama —Gianni Schicchi, Il tabarro y Suor Angelica— concebido como un viaje paralelo a la cronología de los tres cánticos de la Divina Comedia de Dante: Infierno, Purgatorio y Paraíso. La primera cántica surge a través del personaje de Buso Donati y una forma de maquiavelismo macabro. El Purgatorio encuentra eco en las divagaciones sentimentales y el arrepentimiento de la pareja de barqueros, y el Paraíso resuena en el perdón y la trascendencia mística otorgados a Suor Angélica. Así pues, tres óperas con tres mujeres, pero una sola intérprete. La frescura juvenil de Lauretta, el cuestionamiento del amor romántico por parte de Giorgetta y la estigmatización de Angélica por tener un hijo fuera del matrimonio, trazan lo que podría ser el viaje a través de la vida de una misma mujer. Una trayectoria marcada por hitos, encarnada en esta producción, en aras de la coherencia, por un mismo intérprete: Asmik Grigorian, cuya actuación ha sido aclamada como una de las más destacadas vistas y escuchadas en el escenario de la Ópera de la Bastilla en los últimos años.
Fuente: Opera Vision
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