Ha muerto a los 76 años el pianista rumano Radu Lupu, en su casa de Laussane, Suiza, después de una larga enfermedad. Prefería la escena (y una silla de oficina) al estudio de grabación pero cautivaba al público con recitales que evocaban otros mundos con gran refinamiento; enigmático, inducía asombro entre sus colegas quienes lo ratificaban como uno de los excepcionales intérpretes del piano. “Ese algo misterioso que va más allá
de la técnica, erudición y musicalidad para llegar a las sensibilidades de los escuchas”, señala el NYTimes.
Llamado “conjurador de sonidos”, intérprete a veces excéntrico, paciente e hipnótico, se distinguía por su control sobre el vaivén de las notas y su meticuloso toque inicial.
Nacido en Rumanía, empezó a estudiar piano a los 6 años. A los doce años tocaba sus propias composiciones ante público. Ganó los concursos pianísticos más importantes – Van Cliburn, Leeds, Geza Anda, Georges Enescu, entre otros.
De los célebres pianistas rumanos – como Dinu Lipatti, Clara Haskil – Lupu es el más enigmático: si bien su aspecto Impresiona e intimida, era considerado encantador, sencillo, bon vivant y no presentaba ningún estigma del “gran artista”.
A la vez, su carrera nunca pareció importarle mucho: tocaba en los lugares más diversos, en las escenas y ciudades menos importantes, en las salas de concierto donde muchos de sus colegas no se presentarían jamás. Y tocó poco en público porque no tenía miedo de “perder su lugar”. Lupu tocaba donde sentía la necesidad de tocar. Sus grabaciones también son
escasas lo cual es una pena porque quedan pocos testimonios de una buena parte de su repertorio. Asimismo, son pocos los testimonios en video. Decca lanzó hace años un estuche con 10 cds que incluyen solos de piano de 1971-1995; All Music los califica como “interpretaciones superlativas”.
Fuentes: Alain Lompech, Les grands pianistes du XXe siécle, Paris, Buchet Chastel, 2012; The Guardian, NYT.
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