La gran personalidad literaria de Federico García Lorca (1898-1936) ha hecho olvidar en buena parte su actividad como músico. Lorca estudió el piano con ciertas miras profesionales durante su juventud, viniendo después a Madrid para perfeccionarse en su Conservatorio. La armonía le atrajo especialmente y, con el tiempo, se convertiría en armonizador de fino instinto, a la hora de armonizar cierto tipo de música popular española.
Como folklorista realizó una notable tarea de recopilación de documentos populares y melodías casi en el olvido, muy especialmente dentro del folklore andaluz. Su entrañable amistad con Manuel de Falla fue muy importante en ese sentido. En 1922 Lorca organizó – con la colaboración del compositor gaditano – un certamen-muestra de cante jondo, llamado a ser histórico por su deseo de volver a poner sobre la palestra ciertas músicas al borde del olvido definitivo.
García Lorca conoció la época del disco, dejando grabados algunos registros históricos como acompañante al piano; acompañó en varias ocasiones a la célebre bailarina “La Argentinita” y existen grabaciones de esa colaboración. Y ni que decir que en una u otra forma o género, sus textos y poemas han sido puestos en música decenas de veces por los compositores de las más variadas estéticas. Un ejemplo son las numerosas óperas que se han escrito basadas en sus obras teatrales:
In another five years or so (1944), zarzuela del estadounidense Paul Bowles, basada en Así que pasen cinco años; La zapatera prodigiosa (1949), del compositor argentino Juan José Castro (1895-1968), estrenada en Montevideo; Bodas de sangre, ópera de Juan José Castro (1952), Wolfgang Fortner (1957), Sandor Szokolay (1964), Nicola LeFanu (1992); Yerma, ópera de Paul Bowles (1955), de Heitor Villa-Lobos (1955-56, estrenada en 1971); La casa de Bernarda de Alba, del catalán Miguel Ortega, de Albert Reimann (1998-2000); Ainadamar (2009), de Osvaldo Golijov, estrenada en el Festival de Tanglewood; Don Perlimpín ama a Belisa en su jardín, de Wolfgang Fortner (1962), de Bruno Maderna (1962), de Simon Holt (1998); Quimera, de Hans Jurgen von Bose (1986); Comedia sin título de Jan-Muller Wieland (1998); El público, de Mauricio Sotelo (2014), estrenada en el Teatro Real de Madrid, en 2015.
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