Mozart: Una obra de excelsa musicalidad

Abatido por la soledad artística y humana, y víctima de la indiferencia del público vienés, sin olvidar su angustia por las deudas, al final del […]

Por Música en México Última Modificación febrero 3, 2017

Abatido por la soledad artística y humana, y víctima de la indiferencia del público vienés, sin olvidar su angustia por las deudas, al final del oscuro verano de 1789, Mozart abandona Viena para darse una tregua en Baden, adonde acudía a menudo su mujer Constanza en busca de las curas termales. De vuelta a Viena, hacia mediados de septiembre – simultáneamente a los esbozos de la ópera Cosí fan tutte K588, que le había encargado José II – ve milagrosamente la luz una de las páginas más dulces y sentidas de la historia de la música: el Quinteto para clarinete K581. Esta página, quizá la primera en la que el “nuevo” instrumento de viento se asoció a una formación de cuerda, fue dedicada a Anton Stadler, gran amigo de Mozart, además de “hermano” por los lazos masónicos que les unían a ambos. Stadler estaba considerado el mejor clarinetista de su época: también a él le había sido dedicado el “trío de los bolos” K498, así como le será destinada una de las últimas páginas mozartianas, el concierto para clarinete K622.

 

 

El quinteto K581 alcanza la altura de una verdadera obra maestra ya que, a la vez que explota plenamente los recursos técnicos y las potencialidades expresivas del instrumento, mantiene una extraordinaria paridad en la conducción del diálogo entre las distintas voces y una rica fusión tímbrica. Al allegro inicial, generosísimo en ideas melódicas, sigue el larghetto, un lago de poética pureza bañado por la atmósfera nocturna de las sonoridades en sordina, mientras que el minueto regresa a la tierra atraído por una cierta solidez popular y sostenido por los ritmos “tiroleses” del trío, que vencen las pocas sombras melancólicas, y el final recupera la alegría general del principio jugando con un tema inocente y extrayendo de él, en las variaciones, imprevisibles sugerencias (entre las que destaca la variación no.5, de maravillosa limpidez y ternura). Al parecer, el 22 de diciembre de 1789 se ejecutó este quinteto en el curso de un concierto de beneficencia, que a Mozart no le reportó ni un solo florín.

Fuente: Amedeo Poggi/Edgar Vallora, Mozart. Repertorio Completo, Ediciones Cátedra, Madrid, 1994.

El Quinteto para clarinete y cuerdas se ejecutará como pre-concierto de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad, el sábado 4 (17hs) y el domingo 5 (11:30) de febrero, con la participación de Jean Hay, clarinete; Cristoph Ehrenfellner, violín; Mariana Andrade, violín; Alejandro Márquez Guadarrama, viola; y Elzbieta Krengiel,violonchelo,  en el Centro Cultural Roberto Cantoral, Calle Puente Xoco s/n, Puerta A, Del. Benito Juárez.   Acto seguido, a las 18:00h y 12:00, la OFCM ofrecerá El mar, de Claude Debussy y la Sinfonía no. 11 de Dmitri Shostakovich.

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