El espectáculo de medio tiempo del Super Bowl, junto con los comerciales, suelen ser los eventos más comentados del gran evento deportivo.
El Super Bowl es ahora un gran espectáculo. Fui al primero en 1967 para ver a los Packers y a los Chiefs, y el Los Angeles Memorial Coliseum, ni siquiera estaba lleno. Actualmente, más de 110 millones lo ven por televisión. Según se informa, los comerciales cuestan más de 5 millones de dólares por 30 segundos.
Es cierto que ha habido espectáculos de medio tiempo notables y memorables: Paul McCartney, Bruce Springsteen, Beyonce, Michael Jackson, Janet Jackson con Justin Timberlake, los Rolling Stones, por nombrar sólo algunos. La mayoría de las veces recuerdo más los programas que los juegos.
Sí, el fútbol americano es doloroso, no es para el corazón. Entonces, ¿cómo alguien con mente y corazón futbolísticos se presentaría ante los poderes fácticos y recomendaría que el espectáculo de medio tiempo fuera con música clásica?
“¿Se te rompió una o dos cuerdas del violín?”
“Queremos que la gente rockee, baile, se levante y cante. …No estamos procurando una siesta, ¿entiendes?”
Entonces yo respiré hondo, me erguí lo más posible y respondí con firmeza: “¡He aquí… la Fantastique de Berlioz! ¡La Obertura de 1812 de Tchaikovsky! Yuja Wang al piano. ¿La has visto de verdad? ¿La has oído tocar el piano? Eso sí… una Quinta de Beethoven, ahí mismo, todo el mundo la reconoce, todo el mundo conoce ese tema de memoria. ¡Eso es un touchdown!
La música clásica sería genial. Atravesaría las líneas ofensivas, irrumpiría en campo abierto y aumentaría la actitud negativa que muchos todavía tienen hacia la música clásica, asociándola con lo viejo y serio, como si fuera únicamente el rasgueo silencioso de un violonchelo solitario.
Estamos hablando de una gran orquesta. Graaaande… Estamos hablando de un sonido intenso, emocionante, provocativo, majestuoso, jóvenes músicos, ¡pongamos a Gustavo Dudamel ahí arriba para dirigir, que su cabello baile a la luz de la ocasión, que su emoción hinche lo suficiente como para llenar el estadio!
Las nubes serían arrojadas del cielo. Los balones de fútbol se inflarían. Por supuesto, habría bailarines. ¿Por qué no ballet? ¡Luces! ¡Pirotécnica!
¿Es demasiada cultura para el público del fútbol?
¿Crees que son tan limitados?
¿Es el Super Bowl un público de fútbol? ¿No es el gran mundo en general quien lo ve?
La práctica hace al maestro, ¿no? ¿Sabes cuánta práctica realizan los músicos? ¿Sabes qué tan preparados están a la hora tocar? Quizás sean nada menos que un equipo feroz de atletas hambrientos, cuya agilidad se manifiesta a través del instrumento, de la música, de la composición.
¿X y Os? ¡Qué tal notas y armonías!
¿Libro de jugadas? ¡Te regalo unas partituras!
¿Jugador de ataque? ¡Te doy al maestro!
¿Y cómo vestiríamos a la orquesta? Hay muchas opciones. ¿Alguno de los músicos se moverían de sus asientos para hacer cabriolas por el escenario? ¿Bueno, por qué no?
¿No podría Itzhak Perlman levantarse de debajo del escenario para luego estar al frente y al centro con un impresionante solo de violín que deje a todos sin zapatos?
Vale, vale, basta.
Termina la argumentación.
Super Bowl: disfruta la música clásica.
¡Hagamos eso!
Fuente: Ron Sokol para daylibreeze.com
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