La perfumería toma elementos del lenguaje musical y considera la composición de un perfume como una combinación de notas. La idea de formar una escala de perfumes fue concebida en 1865 por el célebre perfumista parisino Charles Piesse. En su libro Des odeurs, sostiene que “igual que hay una octava de notas, hay también una octava de olores”, y dispuso en notación musical un rango de seis octavas y media, asignando un perfume para cada una de las notas, desde el pachuli para el do más grave del piano hasta la algalia para el fa más agudo. Decía que los ramilletes de aromas deben agruparse de la misma manera que las notas de un acorde, según lo cual el acorde do-mi-sol-do sería: geranio, acacia, azahar y alcanfor. Según Piesse, el buqué de una fragancia se puede crear seleccionando los aromas correspondientes a un acorde musical concordante.
Su teoría tiene bases científicas y perceptivas semejantes a las de la teoría del color y la música. La composición común de los perfumes hace referencia a tres niveles jerárquicos de notas: la nota superior (el aroma inicial), la nota central (los ingredientes fundamentales que predominan una vez que se ha disipado el aroma de la nota superior) y la nota inferior (las fragancias perdurables y profundas del perfume).
En 1891 se presentó en París un espectáculo público en el que se combinaban la música, el color y el aroma. La obra se llamó La canción de Salomón, una sinfonía del amor espiritual en ocho artificios místicos y tres paráfrasis, con “libreto” de Paul Roinard y “adaptaciones musicales” de Flamen de Labrely. El programa establecía estilos distintivos para cada uno de los ocho “artificios”: “Primer artificio: orquestación de palabras en ‘i’ matizadas en ‘o’; orquestación musical en re mayor; color anaranjado brillante; perfume de violetas blancas”, y así sucesivamente. Un significado posible de esta descripción es: predominio de las vocales “i” y “o” en la recitación, con música en tonalidad de re mayor, decoración escénica de color anaranjado brillante y perfume de violetas blancas diseminado en la atmósfera durante la representación.
Un año más tarde, Nueva York fue escenario de un experimento audaz de combinación de estímulos sensoriales en A Trip to Japan in Sixteen Minutes Conveyed to the Audience by a Succession of Odours (Viaje a Japón en 16 minutos, presentado al auditorio en una sucesión de aromas). La obra se anunciaba como “el primer concierto experimental de perfumes en los Estados Unidos” y también como “una melodía de aromas (con la participación de dos geishas y bailarín solista)”.
Los intentos de dirigirse a la vista y al oído con un juego de colores y sonidos simultáneos se han basado generalmente en el hecho de que tanto el sonido como la luz son estímulos que se manifiestan en “ondas vibratorias”. Esta correlación vibratoria excluye por completo a los aromas, ya que su diseminación se produce por la dispersión de partículas infinitamente pequeñas que se desprenden de la sustancia odorífera en el aire.
Fuente: Latham, Alison. Diccionario enciclopédico de la música. Fondo de Cultura Económica, 2008.
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