En su forma más primitiva, es un juego de copas o vasos de cristal parcialmente llenos con agua para crear una escala diatónica completa. El compositor C.A. Gluck (1714-1787) presentó en 1746 un concierto con “26 vasos de agua afinados con agua de manantial”. Se dice que Benjamín Franklin estuvo presente y, posteriormente, construyó una armónica de vidrio muy elaborada con aditamentos mecánicos. El sonido se produce frotando el borde de la copa con un dedo mojado. Por su claridad y pureza de tono se le llegó a llamar “órgano angélico”. Las armónicas de cristal alcanzaron una gran popularidad en el siglo XVIII con el nombre italiano de armonica. W.A. Mozart escribió un quinteto y dos adagios en los que incluyó partes para la armónica de cristal. Su empleo cayó en desuso al desvanecerse su atractivo romántico con la mecanización. Richard Strauss utilizó la forma mecanizada en su ópera La mujer sin sombra.
Fuente: Ramón Andrés, Diccionario de instrumentos musicales, Vox, Bibliograf, Barcelona, 1995.
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