Un sentido de imitación es la representación en música de sonidos extramusicales. Existen analogías obvias entre sonidos musicales y frases y sonidos en la naturaleza y en el mundo en su conjunto, desde el canto de los pájaros y el agua que corre hasta el tráfico que retumba y las inflexiones de la voz humana. Entre los aspectos más llamativos de la música está el grado en el que sus gestos y estructuras están diseñados en gran medida para imitar, o cuando menos reflejar, los estados mentales y las emociones identificables, y hasta qué punto se espera que las obras musicales creen estados emocionales apropiados en el escucha. Debe reconocerse, por lo menos, que la imitación en este sentido es altamente subjetiva y que para muchos amantes de la música su belleza reside en su resistencia a la traducción directa a las especificidades del sentimiento, dada la extrema improbabilidad de que cualquier persona responda siempre a la misma música de exactamente la misma manera.
Otro sentido es la repetición –un proceso más técnico que estético– de un motivo o idea en otras voces: en las exposiciones de la fuga, por ejemplo, lo que propone el tema obtiene una respuesta y se repite como una forma de reforzar su importancia dentro de la estructura contrapuntística. La controversia puede surgir en este contexto cuando la relación entre los temas y sus variantes imitativas es poco precisa. Sin embargo, es poco probable que se genere la discusión sobre cuándo algo deja de ser una variante y se transforma en una nueva idea, dentro de contextos donde la imitación es un rasgo fundamental del argumento musical.
Fuente: Latham, Alison. Diccionario enciclopédico de la música. Fondo de Cultura Económica, 2008.
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