Último movimiento de una obra instrumental de varios movimientos (como una sinfonía, un concierto o una sonata), o bien la sección conclusiva de un acto de ópera o de cualquier obra escénica. Entre los compositores del siglo XVIII, principalmente Haydn en su música orquestal y de cámara, y Mozart en sus sinfonías, el término “finale” solía asociarse con un movimiento ligero y melódico, por lo común en forma rondó o forma sonata y en el característico tiempo rápido y vigoroso en 6/8. Para finales del siglo XVIII los movimientos finales aumentaron de dimensiones y adquirieron mayor importancia y seriedad musical, creando un equilibrio respecto al primer movimiento que permitía la conclusión triunfal y contundente característica de muchas de las sinfonías de Beethoven.
En el siglo XIX, con Schumann, Brahms, Bruckner y Chaikovski, el movimiento siguió aumentando tanto en dimensiones como en importancia musical: los finales
sinfónicos tendieron a abarcar una variedad formal más amplia (como tema y variaciones), incluyeron tiempos más lentos y grandiosos, así como la recapitulación
e incluso el desarrollo de temas previamente expuestos (como la Tercera sinfonía de Brahms o la Novena de Dvorák). En música de cámara, el término “finale” es
menos común y tiende a reservarse para obras solemnes y de grandes dimensiones, como el Quinteto para piano de Brahms y la Sonata para violín de Franck. En la música posterior, el concepto de “finale” suele aplicarse
de manera general para cualquier movimiento o sección conclusivos; de tal manera, puede denominarse “finale” a la última sección de una serie de variaciones
(como las Variaciones “Enigma”de Elgar), o de una suite y de otras obras conformadas por movimientos.
El final operístico desarrollado en el siglo XVIII por compositores italianos como Alessandro Scarlatti y Galuppi y perfeccionado por Mozart, fue un importante
precursor del estilo compositivo más continuo e integrado que caracterizaría la unidad operística del siglo XIX. El final operístico del siglo XVIII es en general
más largo que las otras partes de la ópera, suele contener pasajes instrumentales extensos y dividirse en secciones contrastantes que equilibran los elementos dramáticos del argumento, como el final del acto segundo de Le nozze di Figaro de Mozart.
Fuente: Latham, Alison. Diccionario enciclopédico de la música. Fondo de Cultura Económica, 2008.
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