Frase melódica, rítmica o acordal relativamente corta, repetida constantemente a lo largo de una pieza o sección de ésta. Uno de los recursos más comunes y eficaces para lograr continuidad musical, el ostinato no es simplemente repetitivo como el acompañamiento de un vals vienés, sino que cumple también funciones estructurales y temáticas.
Ha estado presente en la música de arte occidental desde la época medieval hasta nuestros días, como también en la música tradicional y popular. El ostinato es particularmente eficaz en la música de rock y de jazz como un recurso progresivo o estructural. En el jazz se emplea como figura de acompañamiento de las partes compuestas o improvisadas, en uno, dos o cuatro compases repetidos sin interrupción. En la música occidental, el ostinato suele ser característico de un procedimiento compositivo más específico de géneros como *chacona, *pasacalle y *ground, o estilos como la *isorritmia y el *minimalismo. Aplicado a un patrón de bajo fijo, se denomina basso ostinato o bajo obstinado.
Los ostinatos melódicos casi invariablemente tienen un ritmo distintivo como elemento secundario. Tal es el caso de las arias de “lamento” de los siglos XVII y XVIII, con sus bajos obstinados descendentes y por lo general cromáticos, como en la famosa aria de Dido y Eneas de Purcell, “When I am laid in earth”, en la que un patrón lento ternario invariable crea un efecto de solemnidad sobrepuesto a la parte vocal (comparable a Cavalli y al Lamento della ninfa de Monteverdi), o en la alegre figura sincopada que acompaña Zefiro torna, del sexto libro de madrigales de Monteverdi. Es también el caso de los tenores obstinados de los motetes isorrítmicos de los siglos XIII y XIV y de los acompañamientos de bajo más extensos de la música para piano del siglo XIX, como el Nocturno op. 27 no. 2 de Chopin y las “Canciones venecianas de remeros” de Mendelssohn op. 19 no. 6, op. 30 no. 6 y op. 62 no. 5 de sus Lieder ohne Worte.
Veneta Neynska, piano
Los ostinatos rítmicos vivos son un rasgo particular del estilo de Stravinski, como en su Sinfonía en tres movimientos y en La consagración de la primavera. “Marte”, de la suite orquestal de Holst Los planetas, el tercer movimiento de la Sinfonia da requiem de Britten y el Boléro de Ravel son otros ejemplos sobresalientes. Podría argumentarse que los acompañamientos en tiempo ternario característicos de los valses de Chopin son claros ejemplos de ostinatos rítmicos; sin embargo, no están pensados como figuras temáticas repetitivas sino como simple acompañamiento rítmico-armónico y, por lo tanto, en realidad no son ostinatos.Menos vivos pero igualmente persistentes son los ostinatos rítmicos que dominan arias y partes de óperas como el inicio solemne de Gianni Schicchi (1918) de Puccini o “Where I thy bride” de The Yeomen of the Guard de Sullivan.
Orquesta Sinfónica de Galicia. José Trigueros, director
Los ostinatos cordales más simples aparecen en el jazz donde pueden repetirse dos acordes –como do-sib mayores o do menor-fa mayor– como base para la improvisación de variaciones. Ostinatos acordales repetitivos aparecen también en La consagración de la primavera y El pájaro de fuego de Stravinski.
Los ostinatos armónicos son patrones acordales definidos cuyos elementos rítmicos y melódicos no destacan de manera particular, como en el coro de las sombras de
Mosè in Egitto de Rossini.
Fuente: Latham, Alison. Diccionario enciclopédico de la música. Fondo de Cultura Económica, 2008.
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