La fantasía era ya en los siglos XVI y XVII una forma de composición bastante libre en la cual el compositor, a menudo empleando la técnica contrapuntística, podía dar rienda suelta a su imaginación. En otros momentos posteriores de la historia de la música se designan con el mismo nombre improvisaciones escritas que no seguían las formas preestablecidas. Beethoven denominó cada una de sus dos sonatas para piano op.27 Sonate quasi una fantasia (Sonata, casi una fantasía); la monumental fantasía op.17 de Robert Schumann pone de patas arriba la forma de sonata tradicional, y la sonata en cuatro movimientos sobre un mismo tema de Franz Schubert fue editada como Wanderer-Fantasie (Fantasía del caminante).
Fuente: Eckhardt van den Hoogen, El ABC de la música clásica, México, Taurus, 2011
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