Camille Saint-Saëns (1835-1921) fue un compositor que podríamos llamar “feliz”. Habiendo mostrado una extraordinaria precocidad musical (tocaba el piano a los tres años y componía a los cinco), ingresó a los catorce años al Conservatorio de París para estudiar el órgano y la composición. A pesar de algunas decepciones en el terreno de la ópera, su vida profesional estuvo llena de éxitos y fue sumamente prolífica – la numeración de sus obras pasa de doscientas. Estilísticamente, Saint-Saëns representa una transición cautelosa entre el Clasicismo y el Romanticismo. Aunque emplea las innovaciones de ciertos románticos, siempre busca en el fondo el equilibrio formal ejemplarizado por los grandes clásicos. Este equilibrio, aunado a un nacionalismo francés bastante agudo, lo llegó a colocar en las filas de los reaccionarios musicales. Aunque Liszt fue su ídolo, nunca vió con buenos ojos el éxito de Wagner en su país, pues lo consideraba contrario al espíritu francés, y ya en su vejez tuvo la mala suerte de rematar su extrema actitud conservadora saliéndose abrupta y ostentosamente del estreno de La consagración de la primavera (1913).
Siendo poseedor de una técnica de virtuoso en el piano, Saint-Saëns compuso entre 1865 y 1896 cinco conciertos para este instrumento. Los más populares en las salas de concierto han sido el segundo y el cuarto….Su Cuarto concierto para piano fue compuesto en 1875, en el mejor periodo creativo de su vida, y su primera ejecución se efectuó en noviembre de ese mismo año en París. Este concierto es una de las creaciones más originales del compositor por lo que toca a la forma. En lugar de los tres movimientos usuales, se compone de cinco secciones agrupadas en dos movimientos. Su procedimiento dominante es la variación, especialmente evidente en la primera sección. Pero varios temas son sometidos a transformaciones a través de todo el concierto (un procedimiento típicamente lisztiano), de tal manera que las cinco secciones pueden entenderse también como parte de un solo movimiento en forma de sonata, siendo el primer movimiento la exposición, y el segundo el desarrollo y la reexposición. Naturalmente, estos juegos estructurales no tendrían importancia sin el don de Saint-Saëns para inventar melodías que se quedan en la memoria, su habilidad para desarrollarlas y su eficacia en la escritura orquestal y pianística.
Joaquín Gutiérrez Heras, Notas sobre notas, compilación y prólogo de Consuelo Caredano, México, Conaculta, 1998.
El viernes 7 de abril (20:00h) y el domingo 9 (12:15h), el pianista británico Peter Donohoe será el solista del Cuarto concierto para piano de Saint-Saëns, con la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por Sebastien Rouland, director huésped. Completan el programa otras dos obras francesas: la Obertura Le roi D’Ys, de Édouard Lalo y la Sinfonía en do de Paul Dukas. Palacio de Bellas Artes.
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