Edvard Grieg, quien ha sido llamado “el Chopin noruego”, nació en 1843 y murió en 1907. Habiendo mostrado talento para la composición desde muy joven, fue enviado a estudiar a Leipzig, en aquel entonces uno de los centros musicales más relevantes de toda Europa. Sin embargo, la ciudad más importante para su desarrollo artístico fue Copenhague, en donde gracias a su amistad con Richard Nordraak, colega y compatriota suyo, descubrió el patrimonio folclórico noruego y la posibilidad de crear una música inspirada en la tradición popular escandinava. Así, aunque su estilo muestra el aprendizaje de los modelos de la música culta de la época y las influencias de Schumann y Chopin, la savia vivificante que supo extraer del folclor de su país le da a su música un toque distintivo y una frescura comparable a la de Dvorak.
A pesar de su severo estudio en Leipzig, Grieg no fue un compositor de “grandes formas”. Sus obras maestras son piezas breves para piano (Piezas líricas, Danzas campesinas noruegas) y canciones. También escribió música de cámara y la famosa música incidental para la pieza teatral de Ibsen, Peer Gynt. En este sentido, su obra de más altos vuelos es el Concierto para piano en La menor, Opus 34, compuesto en 1868 (cuando tenía veinticinco años) y retocado una y otra vez hasta 1903. Este concierto fue dedicado a Edmund Neupert, el pianista noruego más distinguido de la época, quien lo estrenó en Copenhague en abril de 1869. Tres años después fue tocado por primera vez en Leipzig. Al principio, las críticas no fueron favorables, seguramente por la aparente disparidad entre el marco sinfónico y la sustancia lírica y miniaturista del compositor – una objeción que compartió hasta cierto punto con los conciertos de otros compositores eminentemente líricos, como Chopin, Schumann o Scriabin. Sin embargo, el concierto fue recibido con entusiasmo por Franz Liszt, y al pasar del tiempo se convirtió en uno de los conciertos para piano más populares y perdurables del siglo XIX. Hasta la fecha, aún no está muy claro hasta qué punto los toques originales de esta obra se deben al folclor noruego. Según algunos, el tema principal del tercer movimiento está inspirado directamente en una danza vernácula noruega llamada halling. Sea como fuere, toda la obra, y especialmente el segundo movimiento, respira el lirismo, tierno y vigoroso a la vez, que caracteriza a Grieg.
Joaquín Gutiérrez Heras, Notas sobre notas, México, Sello Bermejo, Conaculta, 1998.
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