Niños Cantores, deshollinadores, mensajeros
por Manuel Lino / El Economista
El tercer montaje operístico de los Niños Cantores de Morelia, presentado en el Festival Internacional de Música de Morelia de esa ciudad fue El pequeño deshollinador (The Little Sweep), de Benjamin Britten, una obra particularmente importante, y no tanto porque se celebre el bicentenario del compositor ni porque sea muy buena (que lo es).El montaje es importante porque los niños tienen algo que decir a través de él. Y el sábado lo hicieron alzando la voz.
Britten compuso la obra (cuyo libreto es de Eric Crozier) después de la Segunda Guerra Mundial, como una forma de denuncia al maltrato que se hacía a muchos niños en Gran Bretaña, obligándolos a trabajar limpiando chimeneas en las que a veces, incluso, quedaban atrapados hasta la muerte.
Los jóvenes cantantes morelianos, según cuenta Hernán Cortés, el director del montaje, están conscientes de que si bien ya no hay chimeneas ni deshollinadores, aún hay muchos niños maltratados y son obligados a trabajar en condiciones lamentables y peligrosas.
En el montaje participaron, además del coro oficial, integrantes del proyecto Niños Músicos por la Paz, que desde alrededor de año y medio organiza coros en las zonas marginadas y con mayor problemática social de la capital michoacana.
“Tenemos nueve coros […] y los niños y sus familias, sobre todo las mamás, que son las más involucradas, han tenido un auténtico cambio de vida. Es un proyecto ambicioso desde los puntos de vista social pero también musical, llevar a los coros hasta donde se pueda, llegar a lo máximo”.
Partiendo de estos coros, el programa está iniciando tres orquestas, con instrumentos proveídos por el Conservatorio de las Rosas.
Además de estar específicamente escrita para ser cantada por niños, Britten incluyó en El pequeño deshollinador cuatro canciones para que las cantara el público, mismas que en la representación que se hizo en el Teatro Ocampo fueron guiadas por participantes del proyecto Niños Músicos por la Paz.
Sí, con la sala llena de papás y mamás, más algunos otros afortunados, y con un mensaje como el de esta ópera, el aplauso y la ovación estaban ciertamente garantizados, pero eso no les quita ni un poco de mérito a los jóvenes.
Por el momento, El pequeño deshollinador tiene planes de presentarse también en Uruapan, Zamora (Michoacán) y León (Guanajuato), pero los involucrados esperan poder llevar la obra a otros lugares, y no sólo por el mucho trabajo que les costó, sino también para dar a conocer su mensaje.
Fuente: Manuel Lino, en El Economista
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