El próximo sábado 14 de diciembre, el aficionado a la buena música tendrá la rara oportunidad de escuchar dos extraordinarias obras de cámara: el Quinteto para piano y alientos, en mi bemol mayor, K. 452 de Mozart, y el Quinteto para piano y alientos, en mi bemol mayor, op. 16 de Beethoven. La cita es en la Sala Chávez, del Centro Cultural Universitario UNAM, a las 18:00 hrs. Raúl Herrera al piano; Kiyoko Neriki, oboe; Manuel Hernández, clarinete; David Ball, fagot; y Silvestre Hernández, corno.
En los primeros meses de 1784, W.A. Mozart terminó tres de sus conciertos para piano más conocidos – el K. 449 (el 9 de febrero), el K.450 (15 de marzo) y el K. 451 (22 de marzo). Asimismo, terminó su Quinteto para piano y alientos, K.452 el 30 de marzo y dos días después interpretó la parte del piano en su premiere en Viena. Más tarde escribió a su padre: “Recibió un enorme aplauso y personalmente considero que es lo mejor que he escrito en mi vida”. Muchos estarían de acuerdo con él en que es lo mejor que había escrito a esa fecha: creó una obra de cámara altamente emotiva, en el tono más íntimo, con los medios más sencillos. Había dominado las dificultades de escribir una obra de cámara que incluye una parte brillante para el piano pero que está perfectamente integrada con los demás instrumentos. Y, finalmente, demostró su extraordinaria habilidad para escribir para los instrumentos de aliento, explotando la calidad tonal distintiva de cada uno, tomando en cuenta la necesidad de respiración de cada uno.
El programa de la primera ejecución del Quinteto para piano y alientos, op.16, de Beethoven, en Viena, 1797, rezaba: Un Quinteto para el fortepiano y cuatro instrumentos de aliento”. Sin embargo, cuando se publicó la obra en 1801, apareció como “quinteto para piano y alientos así como quinteto para piano y cuerdas”. Ambas versiones tenían el mismo opus y eran casi idénticas dadas las distintas características de los instrumentos. Inspirado en el éxito del maravilloso quinteto K.452 de Mozart, escrito una década antes, no debe sorprender que Beethoven haya escogido escribir también un quinteto. Se cree que la transcripción para cuerdas era para hacer más accesible la obra a un público más amplio incluyendo los numerosos conjuntos de aficionados – cuartetos de cuerdas y pianistas – activos en Viena en esa época.
Fuente: Berger, Melvin, Guide to Chamber Music, New York, Anchor Books, 1989.
Comentarios